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Las imágenes de los jugadores del Málaga nada más acabar el partido en Lugo fueron demasiado elocuentes. Gestos de complicidad entre los futbolistas en el campo (especialmente llamativo el abrazo de Escassi al joven Benítez), saludos a los compañeros situados en la grada (casi todos, ... novatos), efusivas felicitaciones con los técnicos... El triunfo tuvo mucho de fe –más que de juego– y también de esa convicción que se ha instalado en el vestuario. Como explicaba este periódico en la previa del encuentro, una frase marca el camino: «No podemos emborronar la temporada». Por eso el equipo ya sólo mira hacia arriba.
«Estamos más cerca de ilusionarnos y ser ambiciosos. Este grupo está demostrando que lo es, y ahora para nosotros quedan nueve finales». No pudo ser más contundente el entrenador, Sergio Pellicer, en su análisis posterior al encuentro en el Anxo Carro. Cualquier duda quedó despejada. Que el ex lateral derecho blanquiazul hablara de «finales» segundos después de dar por segura la permanencia y de hablar de que el equipo está «en una zona tranquila» es la mejor muestra de que en el vestuario malaguista sólo se piensa en mirar hacia arriba.
Porque en el plantel blanquiazul también molesta en cierto modo tanto comentario sobre las bajas de otros equipos y también determinadas quejas sobre el 'virus FIFA' (las ausencias de los futbolistas convocados por sus selecciones). «Aquí podríamos quejarnos todos los días y no lo hacemos. Al contrario, con cada contratiempo nos motivamos más para superarlo», subraya un peso pesado del vestuario.
Desde el primer día Pellicer trasladó el mensaje a sus jugadores de que el único objetivo era la permanencia –«el que hable de otro será el único que salga a dar explicaciones», les dijo–, pero también añadió que la cuestión era ver cómo llegaba el equipo al mes de abril, a las diez últimas jornadas. En el seno de la plantilla se asume que no va a ser fácil alcanzar la sexta plaza porque todos y cada uno de sus miembros son realistas, por el propio calendario (con compromisos frente a tres de los cuatro primeros) y porque la desventaja es importante. El Rayo Vallecano cuenta con siete puntos más, el 'goal average' particular a su favor y un partido pendiente (frente al Mirandés por los contagios de Covid en el cuadro burgalés).
No obstante, en el vestuario se aferran a la motivación. Un equipo como este Málaga, que vivió un calvario durante el verano y que partía en clara inferioridad respecto a sus rivales por el déficit de fichas profesionales, está más que acostumbrado a superar obstáculos y también más que preparado para encarar cualquier situación (hasta el punto, como explicó SUR, de tener preparadas camisetas de jugadores de campo para los porteros por si fuera necesario este recurso extremo).
Los abrazos en Lugo no obedecieron a que la permanencia quedara casi finiquitada, sino al hecho de que el Málaga no va a bajar los brazos. Pellicer exige mantener el nivel competitivo hasta el final, no emborronar la temporada, como sucedió no hace mucho al dejarse llevar y levantar el pie del acelerador. Y si no es factible acabar en plaza de 'play-off', al menos hacerlo en la zona alta, entre la séptima y la novena plaza. Porque sólo así se generará una base de trabajo, compromiso y complicidad para buscar la próxima temporada metas mayores.
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