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Pocas veces, quizás nunca, se habrá oído en La Rosaleda el grito de '¡Jugadores mercenarios¡! al tiempo que se celebraba a pie de césped un gol del cuadro blanquiazul, el de Escassi. La escena describe el estado de agitación en el que se haya sumido ... el malaguismo ante un descenso inminente a Primera RFEF, pero aún sin consumar.
El Málaga se midió ante el Mirandés en la antepenúltima jornada con un ambiente gélido en el recinto, y no porque hubiese bajado unos grados la temperatura tras la tímida lluvia. Había 18.035 aficionados (sólo con la mitad rugió durante cinco horas el Martín Carpena el viernes) pero pareció por momentos un duelo de Copa o un choque intrascendente, sólo interrumpido por ese soniquete perenne de «¡Jugadores, mercenarios!», con el que el principal sostén, la Grada de Animación, castigó a los futbolistas que hace una semana perdieron en Ponferrada y dejaron enterrada casi cualquier esperanza de permanencia.
El fútbol sin el apoyo de la afición local deja casi de ser fútbol y se convierte en algo intrascendente. La culpa, de «un corral de gallinas cluecas sin huevos», como rezaba también una pancarta gigante tras la portería ante la que atacó el Málaga en el primer tiempo, un mensaje que fue modificándose durante el encuentro con nuevas críticas, como 'una plantilla de fracasados sólo aspira a a descender'. Ni siquiera se respetó el himno para interrumpir los ataques y N'Diaye, el primero en probar suerte cara al gol, con un tiro muy desviado, se llevó una sonora pitada. Todo muy atípico, en definitiva, ante una afición de uñas tras haber dado todo lo que tenía las semanas previas, incluidos dos desplazamientos masivos a la otra punta de la Península (a Lugo y Ponferrada) para apoyar al equipo en una situación desesperada.
Pero el Málaga se ha asegurado llegar al menos con vida, aunque con respiración asistida, a la penúltima jornada del campeonato, y las carambolas empiezan a ser a menos bandas que antes. Las opciones siguen siendo mínimas aún, pero la Grada de Animación, menos nutrida que en el resto de la temporada, se dejó oír ya tras el 2-0 cantando el himno. Sólo entonces subieron los decibelios. Se alternaron sones habituales y otros de protesta, todavía con un ambiente frío.
Antes del choque hubo una concentración de protesta organizada durante la semana. No fue un acto que concitara una respuesta tan masiva como en los recibimientos al autobús malaguista antes de los dos últimos choques de casa. Aun así, en torno a un millar de aficionados de la Grada de Animación se manifestaron este sábado, en la hora previa al choque contra la directiva del club de Martiricos y los jugadores de la plantilla ante el inminente descenso a Primera RFEF.
Se colocaron en la Avenida de la Palmilla, en la zona más cercana al antepalco del estadio, para hacerse oír de forma obligada por los destinatarios de sus cánticos. La Policía Nacional acordonó la zona más próxima a la puerta de entrada al palco, con lo que se situaron sobre la mediana de la avenida o cerca, y se hicieron oír durante más de veinte minutos.
«¡Jose María, dimisión!» cantaron al administrador judicial del club y atacaron al exdirector deportivo, Manolo Gaspar y sus ayudantes, y a otros dirigentes, como la responsable de comunicación, Ana Vera, o Lucas Rodríguez, en la Fundación. Lucieron varias pancartas, una de mayores dimensiones con el rótulo 'Fuera de La Rosaleda'. «Málaga somos nosotros», fue el eslogan más coreado por los seguidores, que pueblan habitualmente uno de los fondos del estadio, que tuvieron un arsenal interminable de críticas, como la tela con 'Okupasteis un club de fútbol para hacerlo un cortijo' o el grito de «¡Vosotros no nos compráis!».
Tampoco faltaron los cánticos contra la plantilla. «Esta camiseta no os la merecéis» y «jugadores, mercenarios», dijeron, y también se dirigieron en especial contra uno de ellos, el medio centro Genaro. Se salvó del repaso Sergio Pellicer, de igual modo que no hubo reclamo hace meses del cese de Pepe Mel hace meses (no fue el caso de Pablo Guede). Además, se leyó por megafonía un largo comunicado en el que trataron de argumentar la responsabilidad de todos los sectores, incluidos los medios de comunicación, en el inminente descenso. En torno a las 20.25 horas emprendieron el camino hacia el interior del estadio.
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