No se llegó a cumplir el deseo del entrenador del Málaga, José Alberto López. «Hay que conseguir hacer más goles», subrayó en la víspera. No obstante, el asturiano comprobó que sus pupilos hicieron una excelente lectura del partido. Bajo esa apariencia de modesto, el Lugo ... ha exhibido recursos de sobra en el tramo inicial del campeonato para sorprender al más pintado, aunque esta vez se topó con un equipo que manejó el partido a su antojo para no sufrir.
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No se esperaba un encuentro precisamente cómodo, pero la actuación del Málaga no produjo esa impresión. De hecho, la única concesión al Lugo llegó superado el minuto 92, en una aparición de Juanpe desde la segunda línea con remate muy forzado y fácil intervención de Dani Martín. Nada más. De este modo, el Málaga dejó la puerta a cero por quinta vez en seis compromisos en La Rosaleda, un registro digno de elogiar.
Con Antoñín en la izquierda más participativo, el Málaga tardó en explotar su juego por la derecha porque Carrillo persiguió a Víctor Gómez y el lateral Lebedenko siempre obligaba a Paulino a salir por fuera (es decir, a obligarlo a conducir o centrar con la derecha cuando el cántabro es zurdo). Además, con Jozabed muy vigilado para que no apareciera entre líneas y con un fútbol demasiado directo (para aprovechar a Sekou), el equipo tuvo que esperar a que alguno de los medios centro se descolgara. Y así llegó el gol de Genaro (esta vez no se lo birlaron el árbitro y el VAR como en Huesca) apenas unos segundos después de que se cumpliera la media hora. Hasta entonces, el balance era de un solo tiro entre los palos, de Paulino, esquinado y previsible.
La lesión de Sekou al filo del descanso no supuso merma para el equipo, que optó por otro estilo más combinativo. Genaro, Víctor Gómez, Antoñín, Jozabed, Paulino y Kevin soñaron con el gol y casi todos se toparon con el guardameta Fran Vieites. Tal variedad de nombres en las oportunidades reflejan que el Málaga supo tocar y tocar para que siempre se produjeran situaciones de superioridad numérica o, simplemente, provocar un uno contra uno que beneficiara a los más virtuosos futbolistas blanquiazules.
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A la entrada en el minuto 66 de Gerard Valentín, el mejor jugador visitante y uno de los más valiosos extremos de la Liga en Segunda, respondió el Málaga si cabe con más inteligencia. A la férrea presión, que permitía rápidas recuperaciones, se sumó una brillante circulación de lado a lado, con continuos apoyos, para disponer de un apabullante control del partido. La entrada del renqueante Kevin, en el momento justo, sirvió para acabar de desgastar a un rival que siguió vivo hasta el final sencillamente porque no se cumplió el objetivo ofensivo de José Alberto. «Hay que conseguir hacer más goles». Mientras no se cumpla, tocará sufrir hasta el final.
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