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La sangría de puntos en La Rosaleda es la misma que empieza a apreciarse en las filas malaguistas en las gradas (15.817 este sábado, ... muy por debajo de los 20.000 que se rebasaban hace semanas). El cuadro de Martiricos ha encadenado ya cuatro partidos sin vencer de local y empieza a cundir cierto desánimo con el proyecto y cierta deserción.
Es mayor aún si se analiza a fondo la clasificación. El Málaga, con su empate sin goles ante el Sanluqueño (0-0), se sitúa ahora a ocho puntos del Castellón (4-1 ayer al Linares), que ha logrado en Castalia los 21 puntos en juego. Nada que ver con su rival directo por el ascenso, que e ha dejado ya la friolera de nueve puntos que pueden valer dentro de unos meses su peso en oro.
No es una noticia a estas alturas que el Málaga se encuentra más cómodo fuera por su estilo de juego, sólido en defensa pero falto de ritmo, desborde y recursos para solventar con facilidad los partidos si lo hace de local si se ve con la iniciativa con el balón. Este sábado hubo una buena muestra: el desequilibrio local y los problemas reales para el Sanluqueño sólo se hicieron realidad en el tramo final, ya con las piernas frescas de Juanpe, Larrubia y el atrevimiento de Antoñito Cordero, que le dio mucho al equipo en pocos minutos. Pero ni jugar con uno más (dieciséis minutos, nueve de ellos de un largo añadido) fue suficiente.
Tras el 0-0 ante el Castilla, el 1-1 contra el Córdoba, el 1-2 del Alcoyano y el 0-0 de este sábado, las cuentas son claras: a ocho puntos del liderato, con el riesgo de quedarse a siete también del segundo, el Ibiza (si ganara este domingo, a las 18.00 horas, en Ceuta, e incluso con la posibilidad de bajar a la cuarta plaza clasificatoria, si el Córdoba cumple sus expectativas en Melilla (12.00).
El 1-4 del Málaga en Murcia no tuvo continuidad alguna. Volvió la espesura y falta de ideas en ataque para imponerse a un recién ascendido desde Segunda RFEF, un club mucho más humilde como el Sanluqueño, cuya escasa afició presente en La Rosaleda celebró el punto conseguido a gritos de «¡sí, se puede!», en relación a la simple expectativa de permanencia en la categoría de este equipo.
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