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En los años 80, cuando los derechos televisivos no existían y el fútbol dependía única y exclusivamente de la publicidad y de los carnés y entradas vendidas, en los carruseles de la radio dominical destacaban dos frases en plena vorágine de narraciones desde distintos campos, « ... Peligro en La Condomina» y «Hay gol en Las Gaunas». Esta última llamaba la atención por el eco, probablemente por la estructura del estadio del Logroñés. El Málaga vuelve a la capital riojana casi 22 años después, pero no a aquel histórico recinto, sino al Nuevo Las Gaunas, situado no muy lejos (a 150 metros). Por no ser, ni este Logroñés es aquel Logroñés...
Aquel viejo Las Gaunas era peculiar, un escenario que se asemejaba a los campos ingleses y al que el Málaga acudió en 1999 ya como claro candidato al ascenso a Primera. Para entonces, ya estaba en marcha el 'cambio de domicilio' y tres años después, en el verano de 2002, era derruido y daba paso, como sucedió con el histórico recinto de Atocha en San Sebastián, a viviendas. Fue tras 78 años de arraigo en la capital riojana.
A su vera se habían puesto las bases en 1997 del nuevo estadio, que conserva el nombre de Las Gaunas (ahora con el prefijo 'Municipal'). En realidad el campo de fútbol de Logroño, el anterior y el actual, debiera llevar el nombre de Las Gaonas, porque quedó ubicado en unas fincas al sur de la capital riojana que eran propiedad de las hermanas Gaona. Con el paso de los años se produjo una curiosa deformación para pasar a llamarse Las Gaunas.
El cambio de casa fue tristemente el preámbulo a la desaparición del Club Deportivo Logroñés, que durante una década brilló entre los mejores de la Liga con un puñado de futbolistas inolvidables (Abadía, Setién, Polster, Lotina, Salenko...). Pero paradójicamente las mejores etapas del conjunto riojano nunca coincidieron con las protagonizadas por el Málaga. De ahí que los precedentes sean escasos, únicamente cinco encuentros en Las Gaunas.
Ahora el Málaga no sólo visita otro Las Gaunas, sino que visita otro Logroñés. Porque la crisis económica y deportiva fue agrandándose hasta que en 2009 se produjo casi el cierre (el C. D. Logroñés no está disuelto por cuestión judicial). Durante más de una década se ha vivido una rivalidad tan intensa como absurda por lucir el nombre del histórico club en el fútbol profesional. Frente a la Sociedad Deportiva Logroñés (conocida como SDL, fundada por los nostálgicos del anterior club) emergió la Unión Deportiva Logroñés (UDL), que de la mano del conocido empresario Félix Revuelta hizo una firme apuesta: en 2009 adquirió la plaza del Club Deportivo Varea, recién ascendido días antes a Segunda B, y montó una estructura profesional con el sueño de reverdecer viejos laureles. Ambos inclusión coincidieron en Segunda B. Debieron pasar once años hasta que la UDL alcanzó el objetivo, el pasado verano precisamente en La Rosaleda, tras superar en los penaltis al Castellón en la eliminatoria entre campeones de grupo.
El Málaga visita el domingo un campo nuevo y a un rival 'nuevo', y también confía en obtener un resultado nuevo, una victoria, porque nunca lo consiguió en el viejo Las Gaunas y frente al desaparecido Club Deportivo Logroñés. Cuatro de los cinco encuentros se produjeron en la segunda mitad de los 80, cuando primero en Segunda y después en la élite coincidieron dos equipos, ambos con la denominación de Club Deportivo, que ya son historia. En la categoría de 'plata' se produjeron sendos empates, 2-2 en la temporada 85-86 (marcó primero Canillas, luego Lotina remontó para los locales con dos goles, y en la recta final el malogrado Rivas logró la igualada), y 0-0 en la 86-87.
En Primera el antiguo Málaga regresó de vacío en dos ocasiones. Ocurrió en las dos últimas temporadas del extinto equipo blanquiazul en la élite (88-89). Y en ambos casos, por 1-0 y en el arranque del campeonato (en la tercera y la segunda jornada). Sánchez Lorenzo y Cristóbal fueron los 'verdugos'.
Hubo que esperar casi una década para el siguiente (y último) Logroñés-Málaga, este último ya como Club de Fútbol. Allí compareció el equipo dirigido por Joaquín Peiró como líder a nueve jornadas del final y después de disipar las dudas generadas por dos derrotas consecutivas (frente al Atlético B y al Badajoz) con convincentes triunfos en Vallecas (0-2) y contra Osasuna en La Rosaleda (3-0).
El 1-1 final supo a poco porque en el primer cuarto de hora pudo y debió sentenciar tras el gol de Rufete en el minuto 7. Pero no lo hizo, sufrió el empate en el minuto 20 (marcado en propia puerta por Roteta al intentar evitar el remate del espigado ariete local, Manel) y después le faltó pegada para asegurar el triunfo. Aun así, el Málaga encadenó después tres victorias (contra el Hércules, Lleida y Barcelona B) que dejaron a tiro el ascenso. El resto es sobradamente conocido: no lo logró al primer intento, en Soria, pero sí una semana más tarde, en La Rosaleda frente al Albacete.
Más de dos décadas después, el Logroñés y el Málaga vuelven a cruzar sus caminos. Dos clubes distintos a los que representaban a las ciudades en la década de los 80 y en un estadio nuevo. El equipo blanquiazul tiene ante sí la opción de afianzarse en la zona cómoda y de romper su maleficio en la capital riojana.
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