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El Málaga está en la tercera categoría del fútbol, algo inconcebible para todos, pero no puede 'pasearse', ni mucho menos, como se está comprobando semana ... tras semana. Su grandeza y favoritismo se equilibra al final en el terreno de juego por diversos factores, lo que le impide liderar la clasificación o convertirse en el principal candidato al ascenso. El blanquiazul es el equipo más importante, al menos, de su grupo por numerosas razones, pero esta 'ventaja' se convierte en inconveniente en los compromisos a domicilio. Aunque la clasificación no lo refleje por completo, es el rival a batir, como el Madrid o el Barça en la élite. Y esta condición de mayor jerarquía, sin que nunca pueda servir como excusa para algún mal resultado, se presenta como un lastre en cada desplazamiento.
Los rivales se muestran siempre extramotivados ante la posibilidad de vencer al equipo más representativo, lo que lleva a los jugadores a emplearse con intensidad y al mayor ritmo posible, al margen de las condiciones y calidad de los contrarios. La concentración suele ser máxima, igual que los deseos de lucimiento, pues podría ser el mejor escaparate posible. Y esto se traslada a las gradas, donde los ánimos crecen, igual que la asistencia de aficionados, en estos duelos, que siempre son vitales para los dos equipos en la lucha por los objetivos de cada uno. De ahí que no sea extraño encontrarse con llenos o casi llenos en los campos (o al menos una gran entrada). Es un factor que engrandece al Málaga, pero que también juega en contra.
Los blanquiazules compensan en parte estos ambientes con los masivos desplazamientos de sus seguidores, que están completamente entregados con sus colores en busca de un urgente ascenso (desde el primer instante, con 20.000 abonados). En los desplazamientos en Andalucía, la marea malaguista suele ser muy numerosa, espectacular, dependiendo de las entradas que pueda ofrecer el club rival y sus precios. Y también acompañan a los malaguistas en otros viajes más lejanos, aunque con una menor presencia. Pero esta gran ventaja de recibir el calor de su genera fuera de La Rosaleda tiene también una vertiente 'negativa', pues supone una reactivación de las aficiones locales en todos los sentidos: a la hora de generar ambiente y también en el número de asistentes, que aumenta de forma importante para no quedarse en minoría. En cualquier caso, la presencia del público malaguista siempre será un valor añadido, una ventaja.
Y todo ello llega en una categoría en la que, aunque haya diferencias en los presupuestos de los equipos, es casi imposible disponer de una plantilla muy superior al resto de los participantes. Los futbolistas que cuentan con opciones de jugar en categorías superiores, lo hacen, al margen de la importancia del club de Primera RFEF que esté interesado. De ahí que el nivel de uno de los teóricamente favoritos, como el Málaga, sea parecido al de otros rivales de la zona alta, en este caso con numerosos jugadores procedentes de la cantera.
El lastre de partir como favorito, sin embargo, es inevitable para el Málaga. Esa presión añadida tienen que asumirla los profesionales, que deberán buscar la manera de que no les afecte o que lo haga lo mínimo posible. Tendrán que sobreponerse a estas adversidades para mantenerse en la zona alta de la tabla y buscar a toda costa el objetivo y deseo de todos los aficionados y el resto de miembros del club (oficinas y plantilla), como es el regreso al fútbol profesional de forma inmediata.
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