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Ironías del destino, el Málaga comenzó su pulso en la Liga en Burgos, ante el rival con el que cerró de la forma más ignominiosa su permanencia en Segunda: en la penúltima jornada y por resultados en otros partidos, no por méritos propios. Y ahora ... regresa a La Rosaleda este lunes la competición oficial... ante la última víctima liguera en Martiricos, pero allá por el 20 de noviembre, en la decimoséptima jornada de la Liga 2021-22.
Una de las claves de la agonía malaguista el pasado curso, de su desfondamiento inquietante, estuvo en el pobre papel de local. Cada encuentro desde aquel 2-1 a Las Palmas fue una tragedia, con un equipo cada vez más encorsetado, sin gol, delanteros resolutivos ni líderes que en el terreno de juego tuvieran la personalidad suficiente para conducir al equipo al final de una racha pésima.
Sin término medio, una escala de grises en la paleta, el Málaga pasó de sumar siete victorias y dos empates en sus nueve primeras apariciones en casa, veintitrés de veintisiete puntos, a lograr sólo cinco de treinta y seis en el resto de la temporada. En un primer momento fue uno de los mejores conjuntos en casa en las dos primeras categorías de todas las grandes ligas.
Sin embargo, todo cambió como del día a la noche. Bien es cierto que las dos últimas victorias en casa, en jornadas consecutivas y ante los dos rivales canarios, fueron especialmente sufridas. Al 1-0 al Tenerife (gol de Brandon, de penalti) le siguió un 2-1 a Las Palmas merced a un testarazo impecable de Sekou en un saque de esquina en el minuto 86. En una acción de estrategia, el equipo vació de atacantes la zona de remate y el hispanosenegalés irrumpió en el último momento por sorpresa ante el envío medido de Jozabed. El Málaga estaba con un jugador más, por expulsión de Loiodice (minuto 52) por doble amarilla, pero, lejos de estar aprovechándolo, había cedido su ventaja inicial, tras un gol de Antoñín a la media hora. Con diez Las Palmas, que exhibió un nivel de Primera en el manejo del balón, empató con un tanto de Benito Ramírez (77).
Desde aquel triunfo, que ilusionaba ya con jugar los 'play-off', sólo se dieron decepciones: siete derrotas, contra Amorebieta (1-2), Leganés (0-2), Ibiza (0-5), Almería (0-1), Huesca (0-2), Eibar (1-3) y Burgos (0-1) y cinco empates, ante el Sporting (2-2), Cartagena (1-1), Ponferradina (0-0), Valladolid (2-2) y Oviedo (0-0).
Esos marcadores distanciaron sobremanera al respetable de su equipo, que aun así lo dio todo para llevar en volandas al Málaga en las jornadas finales cara a terminar de amarrar la permanencia. Por eso fue difícil de entender la nefasta actuación en la penúltima jornada ante un Burgos (0-1) sin nada en juego.
El regreso el lunes de Las Palmas evoca aquella última alegría, por más que sean muchos los cambios en las dos plantillas. Más en el Málaga, que en su estreno en El Plantío formó de salida con siete nuevos, pero en el rival tampoco siguen Raúl Fernández, Maikel Mesa y Jesé y estará un tiempo indeterminado de baja Kirian.
«Ganando los partidos de aquí, si se escapan pocos puntos, nos va a ayudar muchísimo», sentenció en una entrevista a SUR Rubén Castro, un ex de Las Palmas que precisamente debutó en Primera en La Rosaleda. Queda claro la importancia de conceder lo menos posible en casa cara a soñar con metas elevadas. Ahora sólo queda cumplir: cerrar el círculo ante el mismo rival.
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