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Regresó el fútbol a La Rosaleda una temporada más y lo hizo con una grada cargada de ilusión y expectación por el renovado equipo del Málaga para la temporada 22-23. Una docena de fichajes para intentar un cambio de ciclo ansiado después de años ... de supervivencia y de temer por el descenso como en la campaña anterior. Pero el sufrimiento no ha acabado para los malaguistas porque el nuevo proyecto no termina de carburar. De nuevo, lo mejor de la noche fue la grada, que se llenó dejando una asistencia de 21.807 personas, según fuentes del club.
Antes del inicio del encuentro, la entidad vendió más de 8.300 entradas, que se sumaron a los 16.000 abonados que ya tienen su asiento. Faltaron unos 3.000, pero el ambiente camufló este margen de ausencias. Durante la previa y en los primeros compases del partido se palpó la intención de dar carpetazo a los sinsabores recientes y darse una nueva oportunidad. Por desgracia, el partido no acompañó para hacer olvidar la pasada temporada. La ilusión y el optimismo dio paso a la decepción por un comienzo errático y desesperante.
De nuevo, la peor publicidad para aumentar la masa social y despertar entusiasmo en su entorno. «Ya no aguanto más, siempre se repite la misma historia», gritó la Grada de Animación justo después de llegar el 0-3 en contra. No fue el estreno deseado tampoco para una de las zonas más ruidosas y fieles del estadio que presentó un aspecto sorprendente con la ampliación de su ubicación, la cual el club tuvo que ensanchar para llegar a las 1.500 gargantas después de la demanda generada por Fondo Sur, encabezado principalmente por las peñas Frente Bokerón y Malaka Hinchas.
El escenario, que presentó múltiples atracciones al principio, quedó deslucido, muy lejos de lo esperado. La parroquia malaguista, que se imaginaba un nuevo comienzo para empezar a disfrutar al fin de su visita a La Rosaleda, se topó otra vez con una actuación esperpéntica y descontrolada de su equipo, que no sabe lo que es ganar de local desde el pasado mes de noviembre. Nueve meses de sufrimiento en Martiricos. Ni la remozada plantilla y el esfuerzo económico para traer jugadores más contrastados han servido por el momento para cortar la mala racha. De 'ambientazo' a 'petardazo'. El 0-4 ya se recibió con pitos y protestas desde el público. Se desataron las dudas, sustentadas sobre todo por la falta de reacción que se transmitían desde el terreno de juego.
En segundo plano quedaron el resto de ilusiones. La de ver por primera vez de blanquiazul a Rubén Castro en La Rosaleda. La nueva estrella del equipo volvió a ser de lo poco con lo que la afición pudo nutrirse. El canario la puso en pie con varias jugadas, como un excelso control para generar la única ocasión clara de gol en la primera parte del equipo. Quedaron en anécdota iniciativas como la nueva mascota oficial del club, denominada 'Súper Boke'. Hará falta mucho más que esto para animar a los aficionados a acudir a la siguiente cita porque La Rosaleda sigue siendo un lugar para el sufrimiento colectivo.
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