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BORJA CAVIA
Martes, 17 de diciembre 2019, 21:24
El Málaga hizo el ridículo en la Copa del Rey y cayó eliminado con claridad por 2-0 en Camargo ante un equipo de Tercera División, el Escobedo. Por quinta temporada consecutiva no supera su primera eliminatoria, aunque en esta ocasión el modestísimo rival cántabro le sacó los colores en un partido que se decidió en la segunda mitad y en el que el conjunto entrenado por Víctor apenas tuvo oportunidades.
Más del Escobedo 2-0 Málaga
El Málaga partió de salida con un equipo en el que sólo repetía con respecto al partido ante el Extremadura Juan Carlos –aunque como lateral izquierdo, no como extremo– y con cuatro jugadores con ficha del filial. Jugando con fuego. Enfrente, un Escobedo que apostó por un centro del campo con muchos centímetros para esperar arropado y por salir al contragolpe. En el Málaga formaron en el centro del campo Rolón, Benkhemassa y Boulahroud mientras que Juanpi y Renato jugaron escorados a la banda. En punta se estrenó como titular el canterano Julio.
El Málaga quiso tomar el mando de salida, al menos en cuanto a la posesión. Las dimensiones del terreno de juego y el planteamiento rival obligaban a los pupilos de Víctor a tocar entre los centrales y buscar, de vez en cuando, un envío en diagonal que superara las líneas del Escobedo. Cualquier atisbo de que el balón pasara por el centro del campo podía ser sinónimo de peligro, algo de lo que los zagueros se dieron cuenta pronto, en el minuto 4, cuando Pepín robó el balón en el centro del campo y Dalisson se plantó en la frontal del área en posición de disparo. Sólo la velocidad de Luis Muñoz impidió la tragedia.
Sin apenas presencia ofensiva, el Málaga buscó sin éxito montar sus ataques por la banda izquierda con Juan Carlos y Renato, que se encontraron una y otra vez con la zaga local y con las estrecheces del terreno de juego, cuyas reducidas dimensiones hacían estragos en la idea de juego del técnico blanquiazul. Mientras tanto, el Escobedo estaba a lo suyo, defender y correr, con Dalisson, cedido por el Valladolid, como hombre más peligroso.
El bajo ritmo del duelo impuesto por los de casa tampoco ayudó a un Málaga cuya mejor faceta en la primera mitad fue la defensiva. Por destacar algo. Con un centro del campo inexistente, el equipo de Víctor lo intentó a balón parado. Tampoco. El jugador de menor estatura del Escobedo superaba en talla a los malaguistas...
En el minuto 34 llegó el primer disparo a puerta de los malaguistas, un remate lejano de Renato después de un saque de banda de Juan Carlos que se marchó rozando el larguero. La jugada animó a los visitantes, que volvieron a asustar dos minutos después con un centro, otra vez del lateral izquierdo, que no llegó a rematar Julio por escasos centímetros. Y así, sin novedad en el césped y con más frío que fútbol, el colegiado envió a los jugadores a los vestuarios a reflexionar.
Víctor movió ficha tras el descanso, aunque no para sustituir a Carlos, que tenía tarjeta, sino para dejar en la caseta a Diego González para dar entrada a Mikel. Sabedor cde que con el paso de los minutos iba a aparecer el cansancio, y con él los fallos, el Escobedo se echó arriba tras el pitido del colegiado.
Dalisson avisó a los tres minutos en una jugada que acabó con un disparo de Carlos que se fue alto. A los seis minutos llegó el desastre. Tras una jugada de estrategia de saque de esquina que no salió a la primera, el cuero le llegó a Dalisson, que lo envió al corazón del área. La zaga malaguista rechazó el primer remate de Pepín, pero nada pudo hacer para frenar el posterior disparo de Quintanilla, que con la pierda zurda envió el esférico a la escuadra.
El tanto dio alas al Escobedo, que tuvo el segundo en un disparo de falta de Montiel que detuvo Gonzalo junto a la escuadra. Minutos de zozobra para un Málaga tocado. Superado el primer cuarto de hora y con mucho trabajo, el equipo visitante se fue quitando de encima el dominio de los cántabros, aunque sin peligro.
Víctor no tuvo más remedio que tirar de su máximo goleador, Sadiku, que saltó al tapete en el minuto 62. Tres después el Málaga tuvo la más clara hasta ese momento con un disparo de Juanpi que se fue rozando la escuadra. Fue, sin duda, el hombre más incisivo su equipo.
El cuadro de La Rosaleda se fue arriba con el paso de los minutos, lo que propició alguna 'contra' con peligro del Escobedo, especialmente gracias a la velocidad de Dalisson, que fue el ejecutor final de un Málaga impotente. Un balón largo, uno cualquiera, acabó con un error mayúsculo de Luis Muñoz, que se tragó el bote, y con el atacante cántabro metiendo la cabeza para batir de vaselina a Gonzalo. Punto final a la historia malaguista en la Copa después de un partido malo, sin ideas, sin opciones y sin saber competir ante un rival básico pero con las ideas claras.
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