Málaga-Ibiza: el partido que nadie quiere jugar... ni ver

Al Málaga lo sufre en una decadencia continua en los últimos años una amplia masa social. Es la misma que hoy tiene que decidir con qué ánimo se dirige hoy al estadio de Martiricos, para más inri en una jornada, la de la despedida de Segunda y del fútbol profesional, en la que podría haber lluvia. La grada de animación, como sucediera ya antes del último choque en casa, ha propuesto una concentración en la avenida de La Palmilla para protestar por la desastrosa gestión que ha dado con los huesos del equipo en la tercera categoría nacional.

Más que la entrada gratuita que puede adquirir cada poseedor del carné Fiel Malaguista, lo de esta tarde puede tener más que ver con el afán de protestar por una mala planificación deportiva del equipo y los funestos resultados, una vez que ahora sí, desde el sábado, el descenso es matemático, no sujeto a carambolas a múltiples bandas. La agonía del Málaga llegó a su fin en Mendizorroza, después de que el sufrido seguidor se ilusionara en las semanas previas con el milagro, porque el equipo fue capaz de ganar cuatro partidos en un tramo de cinco jornadas, algo insólito de un tiempo a esta parte. Los tropiezos ante el Huesca (0-0 y aquel penalti fallado por Rubén Castro) y en Ponferrada (2-0) pusieron los clavos en el ataúd, definitivamente enterrado en Vitoria.

Lo que queda ahora es una indignación asboluta entre los aficionados, un deseo irrefrenable de cambios a todos los niveles, que no se van a ejecutar del todo. Ese martes ya se conoció el deseo de continuar en su labor del administrador judicial, José María Muñoz, hay una importante reestructuración de empleados a las puertas y ha llegado un nuevo director deportivo.

El malestar, el que ya quedó claro en el duelo ante el Mirandés (2-0), hasta el extremo de que entonces se oyeron cánticos de «¡jugadores mercenarios!» al tiempo que se celebraba en el terreno de juego el primer gol del equipo, acentuará hoy su desagrado a todos los niveles. De hecho, se ha propuesto a todos los aficionados entrar 25 minutos tarde al estadio (quizás por la simbología de esa vuelta al fútbol no profesional un cuarto de siglo después) y, por iniciativa del Frente Bokerón, vestir de negro en las gradas, sin camisetas blanquiazules.

En lo deportivo será la despedida de la mayoría de la plantilla, copartícipe del fracaso. Sólo hay cuatro jugadores con contrato (Manolo Reina, Juande, Genaro y Ramón), pero hay serias dudas de que varios de estos vayan a seguir, incertidumbre que atañe al regreso de otro cuarteto de jugadores, tras sendos préstamos (Larrubia, Dani Lorenzo, Kevin y Roberto). El resto acaban su vínculo o lo tenían contemplado en caso de descenso, pero el club negocia con Yáñez, Lago Junior y Rubén Castro.

En el día del adiós, en el partido que nadie quiere jugar y muchos tampoco ver, tampoco se podrán vestir de corto los lesionados Lago Junior, Delmás y Ramón, grupo al que se unió N'Diaye –golpe en el tendón de Aquiles de su pierna derecha– el día antes del partido, en el último entrenamiento. No es descartable que Pellicer dé minutos a algún canterano menos habitual o, incluso, premia a alguno de ellos con el debut.

¿Y hay algo en juego a nivel deportivo para el Málaga? No, sólo el honor, aunque el equipo defiende la decimonovena plaza de la clasificación, que sólo cederá si pierde y gana la Ponferradina en Gijón, y tiene a tiro superar la cifra de puntos de la campaña anterior. Detalles menores en relación a una bronca mayor, la que se puede desatar esta tarde en el feudo de Martiricos.