Un sueño de cinco meses y medio

Pero las jornadas pasaban sin que se confirmaran las expectativas creadas. El objetivo era la permanencia, pero se resistía. El equipo seguía sin vencer en La Rosaleda y la escalada en la clasificación se presentaba como una misión imposible. El nivel de la plantilla y el bajo rendimiento de la misma se presentaban como el principal argumento para que la reacción se demorara semana tras semana. Pero la motivación de Guede era inquebrantable. De hecho, una bronca del técnico días antes del choque precisamente contra el Tenerife de la campaña anterior resultó clave para conseguir un triunfo que al final resultaría determinante para cerrar la salvación.

Ajustada permanencia

Con más pena que gloria, el Málaga garantizó la permanencia tras caer derrotado en La Rosaleda contra el Burgos. Sus rivales directos también perdieron y le dejaron en bandeja la continuidad en la categoría. La pesadilla concluyó, pero con el objetivo de seguir en Segunda cumplido. Todos pasaron página y cerraron una etapa para olvidar del conjunto de Martiricos. Salieron casi todos los jugadores que finalizaban contrato y comenzaba a renacer la esperanza para un nuevo proyecto con más dinero y mejores expectativas, aunque, en principio, tampoco eran demasiado altas todavía. La afición mantenía la confianza en el entrenador, del que esperaba mucho para esta campaña que acaba de arrancar.

La llegada de nuevos jugadores animaba al público poco a poco. El fichaje de Rubén Castro fue la guinda de un pastel que comenzaba a elevar los objetivos. Muchos de los nuevos, empezando por el canario, hablaban desde el primer instante abiertamente de buscar el ascenso, lo que disparaba las expectativas, aunque fuera con ciertas reservas. El sueño de Pablo Guede iba a más, si bien el técnico era consciente de que después habría que ganar los partidos para cumplir con lo previsto. Para colmo apareció más dinero con la apuesta directa del Ayuntamiento por un patrocinio mayor con la mente puesta en subir a Primera, como aseguró el propio alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre.

La responsabilidad comenzaba a pesar, pero el sueño de Guede se mantenía intacto. El argentino, después de los éxitos conseguidos en equipos extranjeros, se veía capacitado para llevar a buen puerto el proyecto malaguista. En la pretemporada apenas se pudo ver el verdadero potencial del equipo, pues los últimos fichajes llegaron más tarde. Y llegó la Liga para examinar todo lo dicho y hecho. El partido de Burgos y la derrota abrieron un compás de espera en una ilusión que quedaría hecha añicos en el segundo encuentro al recibir una goleada en el campo de Martiricos (0-4 ante Las Palmas). Pero hubo algunos cambios que permitieron una pequeña reacción que llevó al Málaga a ganar el tercer encuentro, en el campo del Mirandés. Pero eso fue todo, pues luego sólo aparecieron derrotas.

Y el sueño de Guede se cerró tras el regreso de Tenerife. El técnico seguirá siendo un malaguista más, pero tendrá que esperar hasta una nueva oportunidad para conseguir la metas previstas para los blanquiazules. Han sido cinco meses y medio (algo más) en los que el técnico se volcó en el trabajo, sumando muchas horas diarias, para encontrar una salida. Un total de catorce encuentros (seis esta temporada). Pero su primera gran oportunidad para buscar un nuevo revulsivo, un entrenador que consiga mejores resultados...