¿La Romareda, el punto de inflexión para el Málaga?

Clasificatoriamente hablando, el panorama no ha variado. El empate permitió mantenerse a la misma distancia del Zaragoza y además los otros dos conjuntos situados seis puntos por encima, la Ponferradina y el Oviedo, igualaron en su duelo a primera hora de la tarde del sábado. Como la alegría va por barrios, esa felicidad en el Málaga por no haber regresado de vacío después de verse con un hombre menos desde el minuto 14 –es decir, incluyendo los periodos de prolongación, más de 80 minutos– choca con el panorama de los referidos adversarios. El conjunto maño se marchó hundido por su incapacidad para aprovechar la superioridad numérica desde tan pronto, el ovetense vio escapar una oportunidad inmejorable de sumar tres puntos –Borja Bastón falló un penalti con 1-1 en el minuto 98– y el berciano, que había dado por perdido el encuentro y se encontró con un punto por ese error en la última acción en el duelo directo, está ahora descabezado por la dimisión de su entrenador, el portugués José Gomes (que en La Rosaleda fue el segundo técnico en la efímera etapa de Jesualdo Ferreira).

En un vestuario tan hundido anímicamente como el del Málaga, cualquier resultado medianamente positivo se convierte en una tabla de salvación para técnicos y futbolistas. Ya sucedió así tras el empate in extremis en casa frente al Sporting (por el gol a última hora de Juande y por la posterior parada de Rubén Yáñez a tiro de Djurdjevic) y también tras superar en la tanda de penaltis la eliminatoria copera en Ibiza (porque hubo tramos en que se vio todo perdido). Pero probablemente en ningún momento de la temporada los componentes del equipo hayan visto un cielo más despejado como en estas horas posteriores a la actuación en Zaragoza.

La temprana expulsión de Javi Jiménez –que no ha despertado quejas sonoras en el vestuario porque se entiende que la entrada fue muy dura al tobillo de Vada– hizo que los jugadores se implicaran al máximo. Y dentro de ese constante esfuerzo colectivo durante tantos minutos en inferioridad numérica se incide, por ejemplo, en dos detalles: la capacidad de sacrificio de Cristian como improvisado lateral izquierdo y también el esfuerzo de Febas para evitar un córner cuando en los instantes previos se había desplomado por el agotamiento. También, por supuesto, el papel estelar de Rubén Yáñez bajo los palos por sus intervenciones y, sobre todo, por la seguridad que transmitió.

El Málaga también celebró el empate en La Romareda como una victoria porque todos asumen que el crecimiento sólo será firme y convincente cuando el equipo deje de ser un puñado de supuestas individualidades y ofrezca una imagen de colectivo armado y cohesionado. La tenacidad mostrada como grupo en Zaragoza al verse contra las cuerdas por la roja a Javi Jiménez fomenta internamente la tesis de que ya se ha producido el deseado punto de inflexión para comenzar la remontada. Ahora queda certificarlo este próximo sábado en casa frente a la Ponferradina. Porque un triunfo tendría, si cabe, más valor anímico que numérico.