Ni entrenador... ni jugadores ni director deportivo
OJO DE HALCÓN ·
Estaba cantado el despido de José Alberto tras el bochorno ante el Ibiza, pero los futbolistas siguen sin competir y Manolo Gaspar ha cometido demasiados erroresOJO DE HALCÓN ·
Estaba cantado el despido de José Alberto tras el bochorno ante el Ibiza, pero los futbolistas siguen sin competir y Manolo Gaspar ha cometido demasiados erroresProbablemente Abdallah ben Barek se removió el sábado en su asiento de La Rosaleda mientras asistía a la bochornosa derrota. Seguro que le recordó mucho a aquel otro 0-5, ante el Figueres, al comienzo de la temporada 1991-92. Incluso algún gol fue similar. ... El impacto del fallecimiento de Antonio Benítez dejó en un segundo plano la hecatombe, la constatación de que a día de hoy ni el entrenador ni los jugadores ni el director deportivo han dado la talla aunque la lógica futbolística apuntaba a la salida del primero más pronto que tarde tras una situación de semejante sonrojo.
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De entrada hay que remontarse al 18 de febrero del pasado año. Aquel día se oficializó la renovación de Manolo Gaspar como máximo responsable de la parcela deportiva. La más que merecida continuidad del ex lateral derecho no deparó, sorprendentemente, en cuestión de horas o días una decisión idéntica en el caso del entrenador, Sergio Pellicer. Al contrario, el paleño no se cortó un pelo al deslizar que no había prisa o que sobraban técnicos en el mercado. A ese gravísimo error de novato respecto a la persona que había hecho tantos o más méritos que él se sumó otro más notable: pensar que un preparador joven, con escaso currículum y poco o nada baqueteado en plazas grandes podía ocupar el banquillo de un club con la presión de una ciudad como Málaga. El elegido fue José Alberto, que había deslumbrado en el Mirandés –eso es innegable–, como podía haber sido cualquier otro. Porque el debate no iba a estar tanto en su capacidad en la faceta técnico-táctica como para lidiar con la exigencia que iba a tener con público en las gradas.
Para alguno puede parecer una anécdota, pero la decisión del entrenador de ocultar las convocatorias en los viajes fue la primera muestra de que José Alberto no entendió que el Málaga es el Málaga, no un equipo menor que trata de esconder sus cartas. En este sentido, tampoco le ha ayudado que en momentos puntuales haya tirado de medias verdades en la víspera de un encuentro sobre el estado físico de un futbolista. Al final, al aficionado le sorprendió que no fuera titular tal o cual jugador cuando en realidad no estaba para ello por cuestiones físicas o de ritmo (Sekou y Vadillo fueron ante el Ibiza los últimos ejemplos).
José Alberto se lamentó de que las críticas (ojo, en las redes sociales) llegaran por su apariencia –«Soy feo, calvo y gordo, pero eso no tiene nada que ver con fútbol», recalcó en la Cope–, pero, parafraseándolo, las quejas en La Rosaleda nada tuvieron que ver con su aspecto. Al aficionado le ha pesado que el Málaga careciera de estilo definido, que básicamente estuviera sustentado en destellos de ciertos jugadores y, sobre todo, que en casa ya mostrara esa sensación de grupo nada competitivo que reiteradamente avergonzaba a domicilio. Por no hablar, claro está, de cambios tardíos o de extrañas apuestas en momentos determinados. Todo ello redundó en que se cuestionara su capacidad para conducir al Málaga y ha desembocado en su destitución.
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Los resultados se han llevado por delante al entrenador, pero la cuota de culpa de los jugadores y del director deportivo también es elevada. Más allá de las carencias por la planificación, la falta de gol y la escasa calidad de no pocos componentes de la plantilla (sin nivel para un equipo con aspiraciones de pelear por la zona alta), muchos futbolistas están muy lejos de lo que se espera de ellos a la hora de competir. Esa dinámica a domicilio, salvo contadas excepciones, se ha trasladado a La Rosaleda y por esa razón la grada también ha huido al fin de ese excesivo proteccionismo hacia ellos que se había instalado de un tiempo a esta parte. La proliferación de efectivos que creen que basta con ciertos efectismos técnicos pesa sobremanera.
Tampoco se libra de la situación actual el director deportivo, que ahora se queda sin parapeto. Es cierto que hizo dos planificaciones (antes y después del acuerdo LaLiga-CVC), pero él fue quien habló de «año de transición», quien transigió con futbolistas recomendados por el técnico (y no uno ni dos), quien se empecinó en etiquetar de delanteros centro a Brandon (que no lo es) y Antoñín (que no está para jugar), quien arriesgó de nuevo con un 'nueve' que venía de estar parado (Sekou, como Orlando Sá), quien ha fracasado con los laterales izquierdos y quien dejó supeditada la escasez de centrales y medios centro simplemente a la polivalencia de Genaro. Y después, tras la lesión de Luis Muñoz, le ha faltado buscar con celeridad un futbolista de sus características (Febas no lo es) y sólo al final, tras el nuevo contratiempo con Chavarría, se plantea traer a otro delantero. ¿Y si el argentino se hubiera lesionado a comienzos de febrero? El entrenador ha caído, pero ni jugadores ni director deportivo han respondido a las expectativas. Eso sí, ¿tiene el administrador judicial conocimientos y experiencia en el fútbol y en el mercado para tomar otras decisiones drásticas? Otra grave consecuencia de la permanente interinidad del Málaga. Y desgraciadamente sin final a la vista.
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