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¿Hasta cuándo así, Guede? El Málaga se hunde en la tabla mientras el entrenador parece dispuesto a 'morir' con sus ideas. En Tenerife, de nuevo, sumió al equipo en un desorden constante y en una alarmante incapacidad para crear peligro. Los tres goles encajados ( ... uno de ellos, un penalti inexistente) retratan la trayectoria del exdelantero en el banquillo blanquiazul.
Con las alineaciones en la mano, era inevitable una comparación entre los jugadores del centro del campo y del ataque por puestos. ¿N'Diaye o Aitor Sanz? ¿Febas o Corredera? ¿Álex Gallar o Teto? ¿Fran Villalba o Waldo? ¿Fran Sol o Borja Garcés? ¿Rubén Castro o Enric Gallego? Desde ese punto de vista, el Málaga era muy superior en los duelos individuales. ¿Alguien cambiaría en condiciones normales en estas seis posiciones al futbolista blanquiazul por el del rival? Sin embargo, en el Tenerife todos tenían clara su función mientras que en el conjunto de Guede el desorden volvió a ser constantes mientras las combinaciones surgían por reacción espontánea; es decir, por la capacidad para asociarse gracias a las virtudes técnicas. Sin más.
Si al cuadro isleño le faltan piezas importantes en ataque por lesión (Dauda, Elady o Shashoua), no faltará quien argumente que en defensa los problemas son para el Málaga. No obstante, el gol del Tenerife en el minuto 17 no se produjo porque Bustinza estuviera mermado en la carrera con Waldo por sus recientes problemas físicos. En realidad el veterano zaguero se vio expuesto por culpa de una deficiente colocación, igual por cierto que en la acción que le costó la primera de las dos amarillas en menos de cuatro minutos y que ya condicionó al Málaga. El central tuvo que pelear con el extremo porque Juanfran estaba fuera de sitio tras salir a presionar al lateral izquierdo (Nacho) en vez de hacerlo Gallar.
El Málaga tuvo que correr mucho hacia atrás. Casi siempre llegaba tarde y con muy poca intensidad defensiva. La primera falta fue en ataque en el minuto 28, y la segunda y última antes del descanso, una patadita de Gallar a Nacho en la presión en el 39. El empate no llegó por una combinación fluida, sino por la falta de contundencia de la defensa local, que no desperdició Gallar para marcar... con la derecha.
El Málaga nunca dio la sensación de gobernar el partido porque no juega como equipo. Pero sí el Tenerife, que estudió y rentabilizó los puntos débiles blanquiazules, como ese costado izquierdo de Javi Jiménez o la inconsistencia de Gallar y Juanfran por la derecha que tanto apuró a Bustinza. La expulsión de este desembocó en... ¡cuatro cambios de una tacada! Decidido a 'morir' con sus ideas, mantuvo dos puntas arriba (ahora Chavarría-Loren) y pensó que con Genaro (bajo mínimos, como se comprobó en el despeje al aire previo al 2-1) y Febas iba a bastar para contener.
El 2-1 llegó porque el árbitro vio 'penaltito' (ni eso fue), pero la realidad es que con una defensa de cinco Juanfran estaba con dos rivales a la vez. Una muestra más de tanto desorden blanquiazul. ¿Y qué decir del 3-1? Justicia poética. En una plantilla concebida sin extremos, se aspiró en la recta final del mercado a un par de ellos. El primero, Appiah (después se tanteó a Narváez), pilló en cueros al Málaga de Guede al contragolpe en un córner.
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