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Otro empate más del Málaga para seguir hundido en el sótano de la clasificación y rezando para que sus rivales directos no se despeguen casi definitivamente. Las buenas expectativas de una primera parte con más control y llegada que oportunidades desaparecieron tras el descanso por ... una alarmante falta de reacción, tanto de los jugadores (incapaces de mantener cierto orden) como de su entrenador, Pepe Mel, que no entendió la dimensión del dominio del Burgos hasta que el equipo visitante empató y él echó mano de los cambios.
El Málaga volvió a demostrar que lo suyo no es generar demasiadas oportunidades. Esta vez al menos sí tuvo más llegada y merodeó mucho más el área. Se esperaba con expectación a Lago Junior y no pudo brillar el marfileño en acciones por la banda –bien vigilado en un sistema blindado y casi siempre con tres efectivos del Burgos para tapar sus incursiones–, pero al menos sus apariciones en las acciones de ataque contribuyeron a que sus compañeros crecieran. No es casual que hubiera seis córners en los primeros 22 minutos y una quincena de centros en la primera media hora. Sin embargo, en todo ese periodo no tuvo más opción que un disparo en semifallo de Lago Junior. El Burgos, conviene apuntarlo, también tuvo una y muy similar, por parte de Raúl Navarro.
En la primera parte el 'efecto contagio' de Lago Junior se dejó notar en un aspecto: hubo más ánimo a la hora de pisar el área. De hecho, en el gol, fruto de un centro de Chavarría, esta vez no estaba Rubén Castro completamente solo. Allí estaban Febas y el marfileño, que no perdonó.
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Pero el Málaga se desplomó en la segunda parte. El Burgos salió con decisión y el equipo local se empequeñeció. En fútbol te puedes encoger y al menos mostrarte sólido. El Málaga no fue ni una cosa ni la otra. Fue un conjunto muy largo, con distancia entre líneas, y sin salida. Fran Villalba desapareció y N'Diaye confirmó que simplemente no está. Y sin la sujección del medio de contención las posibilidades son mínimas. El senegalés vio una amarilla en el minuto 54 y Mel no se percató de que el equilibrio y el control habían desaparecido, que el Burgos tarde o temprano podía empatar. Y lo hizo. Fue tras un contragolpe que demostró la dificultad del Málaga para salir: cuando el grancanario remató, eran dos blanquiazules (más un tercero, Delmás, que llegaba a su espalda) por cinco rivales. El 'carrilero' derecho visitante, Areso –que tres minutos antes mostró su punta de velocidad para frenar con claridad a Lago Junior–, se llevó por delante a cuatro futbolistas locales para regalar el gol a Bermejo. Luego llegaron los cambios, de nuevo el querer y no poder, los desajustes por la precipitación, la inexistencia de un sentido colectivo en ataque... No es lo mismo reordenar con ventaja que cuando toca pelear también con las prisas y la ansiedad.
Nuevo empate una jornada más. Mel ya cuenta con el mismo porcentaje de victorias (3 en 18 partidos) que Pablo Guede (1 en 6), aunque con mucho más margen para solucionar alguna deficiencia. La realidad es que el Málaga no intimidó en uno solo de sus siete córners, que casi todos sus 25 centros no sirvieron, que no hubo más que dos tiros entre los palos (los referidos de Lago Junior) y que en la segunda parte sólo hubo un remate, forzado de Juande de cabeza que se marchó fuera.
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