Ojo, hay que llegar a 50 puntos...
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El Málaga fue un despropósito: planteamiento extraño, sin reacción a los movimientos del rival y jugadores que no compiten. Y la permanencia todavía no está aseguradaSecciones
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A LO PANENKA ·
El Málaga fue un despropósito: planteamiento extraño, sin reacción a los movimientos del rival y jugadores que no compiten. Y la permanencia todavía no está aseguradaNada más ver la alineación era obligado frotarse los ojos. Un solo medio de contención (Escassi) y un solo central (Juande), así que otra vez era para echarse a temblar: Ramón por delante de la defensa. Probablemente, a la vista de la pobre imagen ofrecida ... reiteradamente por Peybernes y las dudas sobre Lombán, el nuevo entrenador pensó que no le quedaba más remedio que desvestir un santo para vestir otro. Natxo González no está sobrado de alternativas –diría que hasta de titulares indiscutibles– en la columna vertebral y con esa carencia no se puede pretender que el Málaga deje de ser un constante despropósito. Y así, ojo, el objetivo no debe ser otro que alcanzar los 50 puntos cuanto antes.
A los dos minutos y 10 segundos de partido Ramón, una calamidad en la posición de ‘6’, y Escassi, retrasado al eje de la zaga, chocaron mientras el balón iba por otro lado. Camello ejerció de pívot en un movimiento de espaldas a la portería y facilitó la penetración de Brugué casi hasta la línea de gol. No fue sólo un grave error de los centrales o del supuesto medio de contención, porque en realidad la acción en sí fue el primer ejemplo de que el Málaga no supo oponer resistencia al 3-4-3 dispuesto por el entrenador rival.
Ni el nuevo técnico ni el equipo supieron contrarrestar el planteamiento del adversario. Ya no es sólo que en el triángulo interior de creación en el 4-1-4-1 se juntara demasiado toque y muy escasa contención (Jozabed, Ramón y Febas). Sencillamente, entre los movimientos de los escoltas del ariete local (Brugué y Hassan) y las apariciones arriba de los ‘carrileros’ del Mirandés (Carreira e Imanol) imperó el desconcierto del que salieron muy malparados Javi Jiménez y, sobre todo, Víctor Gómez. Sin la suficiente ayuda de Kevin y Jairo –se supone que por decisión de Natxo González, porque lo contrario sería gravísimo–, Víctor Gómez fue el principal perjudicado. Así llegó una ocasión desbaratada por Dani Barrio, con el ‘2’ arrastrado por la diagonal de Brugué y dejando el pasillo libre a Imanol. Cuatro minutos después se repitió la historia...
Natxo González prefirió mantener arriba a Kevin y, sobre todo, a Jairo. Debió de pensar que este último iba a aprovechar la debilidad de Oriol Rey, centrocampista reubicado como central por la izquierda, pero el cántabro se limitó a hacer cosquillas. Su iniciativa es inversamente proporcional a su convicción. Las mejores acciones no llegaron por quedarse arriba, sino por las combinación con Jozabed, este volcado a la banda derecha.
Por si acaso, el técnico local prefirió relevar a Oriol Rey, reestructurar la defensa y no ofrecer concesiones. Claro que tampoco es que el Málaga jugara a un ritmo endiablado. Entre la lentitud en la circulación, la escasez de movimientos sin balón –todos lo pedían al pie–, la limitada capacidad para desbordar en las bandas en juego estático y la falta de un referente en el área, el Mirandés no sufrió. Y encima en la única acción potable a balón parado, una falta lateral, Jozabed apenas levantó la pelota. En cambio, en el área malaguista Víctor Gómez se durmió en un córner que remató a placer su par (Brugué) y después, cómo no, Camello resolvió gracias a otra aparición de Imanol solo, sin taparlo ni Jairo ni el interior de esa zona (Jozabed), mientras el lateral derecho perseguía la sombra de Brugué.
A la vuelta de vestuarios el Málaga terminó de desplomarse por un mal control de Ramón en un saque de banda. Hassan llegó y tiró como quiso. Era el minuto 49, pero Natxo González no hizo cambios hasta el 62 pese al 3-0 y a los despropósitos posteriores: un disparo de Hassan mientras Javi Jiménez le seguía con la mirada, un regalo de Jozabed en un pase horizontal, otro regalo a Brugué en el área pequeña en un córner, un deficiente pase de Juande en la salida de balón a Kevin... Claro que los futbolistas de refresco tampoco es que inspiren demasiada confianza: Roberto (otra vez anduvo lento en un remate), Antoñín (falto de velocidad y que sigue en el Málaga porque no ha tenido ofertas de verdad), Hicham (minado de confianza) y, ya en la recta final, Sekou (esta vez salió... ¡en el minuto 86!) y Peybernes (por los problemas físicos de Juande).
Con todo, lo peor no es la sensación de endeblez o las carencias técnicas o la falta de gol o las limitaciones en demasiados puestos o las lesiones o la escasa convicción. Parafraseando a Natxo González, con el nuevo jefe los futbolistas siguen sin competir. Ojo, hay que llegar a 50 puntos.
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