La situación del Málaga es más delicada de lo que pudiera pensarse. A día de hoy el tope salarial, que marca la pauta para sus ... movimientos cara a la configuración de la plantilla, ha pasado a ser de sólo 2,5 millones. Aunque esa cantidad podrá incrementarse con el paso de las semanas conforme se produzcan salidas de futbolistas (vía negociación o traspaso), el club apenas tiene margen de maniobra debido al descenso en el llamado 'volumen de negocio' (es decir, los ingresos previstos) y a la penalización impuesta por LaLiga debido al enorme desfase acumulado en ese límite fijado por el organismo presidido por Javier Tebas.
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El Málaga paga ahora que no hizo los deberes en Primera (con una hipoteca descomunal) y tampoco en Segunda (al no recortar gastos, mantener una plantilla sobredimensionada y además quedarse de una tacada, y no en dos años, con la compensación por el descenso). El escenario en el que se mueven el administrador judicial, José María Muñoz, y el director deportivo, Manolo Gaspar, está marcado por unas plantillas de Excel que condicionan el presente en cuanto al margen disponible para inscribir futbolistas, inexistente hasta que se produzcan salidas o traspasos, e incluyen distintas variables en función de cada salida o traspaso. Más o menos como cuando hace 13 años, en pleno poceso concursal, Juan Ramón Muñiz manejaba una libreta con lo que se podía invertir en cada posición en consenso con el presidente, Fernando Sanz, y los administradores concursales.
¿Por qué el Málaga sólo tiene ahora 2,5 millones de tope salarial? Conviene apuntar que esta cifra se incrementaría conforme llegaran próximos movimientos, en forma de salidas (menos pagos) o traspasos (más ingresos), pero ese límite impuesto por LaLiga viene marcado por el 40 por ciento del volumen de negocio. En una primera estimación ese tope era de 4,3 millones, aunque entonces la previsión de ingresos era de unos 16 millones. Ahora se valora en poco más de 12 millones porque de salida se verán afectadas básicamente dos partidas: el capítulo de abonados, inicialmente estimado en 3,3 millones, y las competiciones (la venta de entradas en las taquillas), 970.000 euros. Es obvio que con los efectos del coronavirus (el 'efecto COVID', como se le llama internamente) y la presumible disputa de encuentros a puerta cerrada durante varios meses el descenso será notable. En principio no sucedería así con los poco más de nueve millones garantizados por las retransmisiones (para ello la Liga debe disputarse con normalidad), pero tal vez sí en menor medida la comercialización (los 4,4 millones derivados de los patrocinios y las tiendas) y otras partidas (por un importe de 604.000 euros). Las referidas cantidades figuraban en el informe que Muñoz presentó ante la jueza María de los Ángeles Ruiz González.
A ese notable descenso en el volumen de negocio (como se aprecia, por encima del 20 por ciento) se suma la penalización impuesta por LaLiga debido al enorme desfase en el tope salarial que acumulaba la temporada pasada. El Málaga paga ahora las consecuencias de la escasa visión de futuro en la etapa de Francesc Arnau como director deportivo –el sueldo de Juanpi (sin rebaja tras el descenso), la renovación 'a oscuras' de Luis Hernández, las elevadas 'amortizaciones' derivadas de varios fichajes (sobre todo, Rolón y Cecchini)...–, pero también que no supo corregir a tiempo esta situación. Durante la primera temporada en Segunda se mantuvieron los gastos en todos los aspectos, desde los sueldos y gastos de la familia Al-Thani hasta los desplazamientos como si el equipo siguiera en la élite –sin obviar dos operaciones llevadas a cabo por José Luis Pérez Caminero, N'Diaye y Dani Pacheco–, y en la segunda (la anterior), el presidente y sus asesores se negaron a llevar a cabo un plan de viabilidad diseñado por el asesor jurídico, Joaquín Jofre, y lo fiaron todo a una posible indemnización por la marcha de Jony al Lazio. La consecuencia es sobradamente conocida: el infausto 'lunes negro' en el que el Málaga tuvo que dar la baja a Okazaki, no pudo inscribir ni a su segundo fichaje (José Rodríguez) ni a dos canteranos (Iván y Mula), y una plantilla con sólo 17 profesionales (un portero y 16 jugadores 'de campo').
Desde entonces, el Málaga ha vivido asfixiado. En lo deportivo, con una limitación de efectivos que lo tuvieron en más de una ocasión al borde de la alineación indebida, y en lo económico, por la multa impuesta por LaLiga (por un desfase superior a los 10 millones en el tope salarial) y el riesgo de quedarse sin liquidez y, como consecuencia, de verse apartado de la competición como le sucedió al Reus. Ahora, con esos momentáneos 2,5 millones de tope salarial, quedan lejos aquellos tiempos en que el Málaga tuvo 51,5 millones en su última campaña en Primera o los 25,245 de la 2018-2019, ya en Segunda.
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La pregunta es sencilla: ¿hasta dónde puede elevarse ese tope salarial actual de 2,5 millones? Dado que el club lo tiene superado actualmente en más de 10 millones (acumulado de los últimos años) sobre los 9,9 fijados para el anterior ejercicio, es evidente que entre reducir la masa salarial y obtener ingresos por traspasos debe obtener una cifra mínima de 15 o 16 millones. Y a partir de ahí podrá contar con más volumen de negocio y elevar ese límite fijado por LaLiga. En cualquier caso, los responsables del Málaga son conscientes de que el equipo será uno de los más 'pobres' de Segunda. Esta temporada lo fueron el Fuenlabrada (con 4,052 millones), la Ponferradina (4,194), el Mirandés (4,268) y el Racing de Santander (5,078).
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