Hace apenas tres semanas la permanencia parecía inalcanzable, la derrota en Andorra tiñó de negro las esperanzas, pero se estaba fabricando otro Málaga, que no tiene nada que ver con el del resto de la infame temporada a que la se está sometiendo a una ... afición, a una hinchada ejemplar que ayer maravilló a media España al comprobar su entusiasmo y sus lágrimas de alegría por el gran triunfo conseguido en Lugo. La tercera victoria consecutiva de los blanquiazules da ya para soñar con lo que parecía imposible: mantener la categoría. Ojo que nada se ha conseguido aún y que seguimos en descenso, pero este equipo no es lo que hemos visto hasta ahora porque sabe a qué quiere jugar y a qué juega. Pellicer, que nunca debería haberse ido de La Rosaleda, es el causante directo de lo que está ocurriendo, y ojalá tenga tiempo para recoger todo lo que habían destrozado entre todos los responsables de la infame Liga que llevamos (que son casi todos, y que repito se tienen que ir ya, aunque nos salvemos).

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Pellicer le ha dado vida al Malaga y lo ha hecho aplicando la lógica, haciendo las cosas normales: al fútbol hay que jugar con carrileros, con extremos, que den pelotas a los delanteros centro, que creen inquietud en la defensa rival y contener con eficacia y orden, con tres, cuatro o cinco defensas, los que hagan falta… Además, el entrenador malaguista ha recuperado a Ramón (pena de su lesión porque estaba haciendo un gran partido), a Chavarria y a Rubén Castro, además de reinventar a Cristian, darle libertad a Febas y confiar totalmente en Yáñez. Eso y recolocar a los centrales. Casi nada; pues sí, éste es el Málaga que va camino de conseguir lo imposible, de la mano de Pellicer, a quien espero nadie ponga nuca mas en duda su continuidad, ni siquiera los dos directos responsables de su salida, que esperemos ya no estén para decidir despropósitos como el de hace dos temporadas. En Lugo se dio otro paso para la esperanza, lo que era una quimera puede ser realidad, por eso este deporte despierta pasiones.

Y es que a ver si aprenden que el Málaga no es una carpeta más en un juzgado, ni un capricho para aspirantes a emular a Florentino o a Monchi… Esos 500 aficionados que van a estar 28 horas en autobuses haciéndose 2.000 km; eso, señores de los juzgados y de 'la cueva', eso es el Malaga, un sentimiento, una forma de ser y entender el fútbol.

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