El Málaga, un constante quiero y no puedo
Crónica ·
Limitado en recursos, cedió en la primera parte tras un gol de Stuani y fue incapaz de poner el broche a su mejor juego tras el descansoCrónica ·
Limitado en recursos, cedió en la primera parte tras un gol de Stuani y fue incapaz de poner el broche a su mejor juego tras el descansoEl Málaga está escaso de recursos. Las buenas intenciones no bastan. Sin pegada ni desborde es complicado vencer, sobre todo si el adversario cuenta con un futbolista que la pasada temporada firmó casi una veintena de goles en Primera. Por más que apretó y buscó ... el empate tras el descanso (con distintas variantes tácticas de Víctor), el equipo blanquiazul no pudo nivelar la balanza tras el tanto de calidad firmado por Stuani. La impotencia fue demasiado elocuente, la consecuencia clara de una planificación tan condicionada como hace dos veranos. Más le vale al club evitar el desastre en el último día del mercado veraniego.
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De antemano es obligado insistir en que era un duelo desequilibrado, entre un equipo que no se ha resentido en exceso del que compitió la pasada temporada en Primera (el Girona) y otro con las piezas muy justas, sin apenas alternativas (el Málaga). Aun así, Víctor mantuvo a Mikel atrás y apostó por Hugo en la banda en perjuicio de Dani Pacheco. Es evidente que con estas decisiones no culpaba totalmente al venezolano tras su error en el gol de Las Palmas (o lo que es lo mismo, reconocía su cuota de culpa por arriesgar tantísimo con la posición adelantada de Munir), pero sí al pizarreño, muy desafortunado ocho días antes.
El Girona llevó el peso del juego desde el primer minuto beneficiado por los movimientos entre líneas de Borja García. Porque, mientras este se movía como enlace entre los medios centro y Stuani, Juanpi recibía en zonas cómodas, a la altura de Keidi, donde realmente no se expone. Conclusión: el cuadro catalán no pasó apuros por dentro y, por el contrario, para el blanquiazul era un dolor de muelas que el '10' local deambulara por la media punta. Y como no se corrigió, así llegó el tanto de Stuani a la media hora, en un pase al hueco culminado con la definición de un ariete de garantías.
El peligro del Girona sólo podía llegar por esa vía o por la insistencia en la banda izquierda, dado que en la derecha actuaba Gallar, un zurdo que siempre busca la diagonal. Cifu perdió claramente el pulso con Marc Gual y, de hecho, un centro de este y un mal ajuste de Juan Carlos en el segundo palo dejaron a Gumbau con todo a favor para abrir el marcador. Pero también conviene apuntar que Renato, como ya sucedió en Santander, se descuidó en exceso en la vigilancia al lateral.
Del Málaga no hubo noticias en ataque antes del descanso. Adrián nunca ejerció de delantero centro, Hugo no terminó de tomar la iniciativa, Renato amagó y no golpeó, Boulahroud da lo que da y Juanpi hizo controles de fantasía muy atrás, sin meterse en el bosque de piernas. Keidi abarcó más de lo que puede y se empecinó con fallidos envíos en largo, aunque suyo fue el único centro potable, que remató en situación de ariete... ¡Cifu! Era el minuto 40. En fin, sin referente arriba, más voluntad que acierto, más tesón que calidad.
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En la reanudación se observó una variante ofensiva por parte de Víctor. Los laterales se movieron más arriba para que Renato y Hugo contribuyeran al juego por dentro. Se jugó mucho más tiempo en la parcela local, aunque al Málaga le faltó a partes iguales precipitación o pausa, según requiriera el momento. Al Girona, empequeñecido, apenas le duró la pelota y muy pronto empezó a temer por el resultado. Al filo del cuarto de hora Renato dio un aviso (en un calco de la acción que desembocó en el penalti frente a Las Palmas), pero a la postre ese tiro raso desde la frontal repelido por Juan Carlos fue la única oportunidad clara.
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Unzué tuvo que cambiar una pieza en la medular y luego llegó la respuesta del técnico malaguista: reestructuró el equipo con la entrada de Ramón y Dani Pacheco, de tal forma que Juanpi se adelantó y Hugo, casi intrascendente, pasó a moverse en punta. Definitivamente el Málaga se hizo con la pelota y por momentos soñó con el empate. La escasa aportación de los laterales (Cifu estuvo demasiado impreciso y acabó sustituido por Keko mientras Juan Carlos apenas arriesgó) se vio compensada con el crecimiento en la medular.
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Juanpi volvió a retrasarse para moverse con Ramón y se vio más adelantado a Keidi y también a Adrián con cierta libertad, como buscando el factor sorpresa en algún balón que pudiera pescar. La lástima fue que la mejor acción de Dani Pacheco, un centro a la frontal del área, no la cazó el capitán, sino el juvenil Ramón, que en el golpeo mostró poca convicción. El punto se escapó porque de pegada, como de otros recursos –mención para las acciones a balón parado–, el conjunto blanquiazul está demasiado escaso. Ahí estuvo verdaderamente la diferencia entre un equipo con cierto potencial y otro con las piezas muy justas, en un tipo llamado Stuani que la pasada temporada marcó 19 goles en la élite. El futuro está en manos de Al-Thani. Y sólo tiene un día para resolver el entuerto.
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