Si el Málaga acumula nueve partidos consecutivos de Liga sin vencer en La Rosaleda, la conclusión es sencilla: Pellicer tendría que plantear los que quedan ... como local igual que si se jugara fuera. Así de sencillo. Total, no tiene que darle explicaciones a nadie (ya que no hay público en las gradas) y tampoco creo que a estas alturas los aficionados vayan a ponerse pejigueras. Porque a estas alturas no sé qué es más preocupante, que el equipo no sepa atacar en casa o que no sepa defender.
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Más allá de los goles encajados, dos acciones me llamaron la atención en la primera parte. De un lado, el centro de Cristo en el minuto 6, cómodo donde los haya, que pasó de largo por el área. Uno más. Y por otro, ese pase frontal a ras de suelo casi desde la defensa zaragocista que atravesó las líneas malaguistas y que no supo culminar Narváez ya con 0-1 en el marcador. Esta última acción certificó que, como apunté hace dos semanas, en casa el Málaga es un equipo sin presión ni contención ni contundencia.
El Málaga hizo internacional a Vigaray. Lateral aseado, tomó la hiperronda de Preferencia cuando y como quiso, sobre todo en dos acciones (la primera, el 0-1). Pellicer señaló a Cristo al relevarlo al descanso, pero en ese 3-4-3, ¿dónde estaba Caye Quintana, que no vigiló la subida? ¿Y los medios centro, cruciales en este tipo de sistemas? ¿Cómo pudo ser Juande tan poco contundente al salir a fijar la marca a la banda? Claro que Lombán anduvo lento en el primer tanto y que Ismael dejó descubierta su zona al ir al primer palo...
Y luego llegó el regalo del segundo gol. Y por partida doble. Chavarría se tragó la marca de Vigaray –es llamativo que un error del mejor jugador, de largo, costara finalmente la derrota–, pero es inconcebible el regalo de la falta lateral por parte de Cristian. Si se analiza, idéntica y en la misma zona que aquella de Matos que acabó en el empate del Cartagena. El Málaga le puso al Zaragoza la alfombra roja que desgraciadamente va a faltar este año en el acto de los Goya.
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Los cambios al descanso no trajeron más que arreones. En la primera parte el Málaga fue un equipo con más juego combinativo que de costumbre, aunque con un Rahmani que parecía Joaquín (aceleradísimo) y que no explotó lo suficiente las diagonales, y con Caye Quintana tan negado como siempre en el remate. En la segunda fue un caos absoluto al que no aportaron Luis Muñoz y Cristian, con demasiados toques y muy escasa ambición.
A estas alturas no se puede cuestionar que el Málaga es lo que es, pero... Indiscutiblemente el equipo tiene demasiadas carencias creativas y ofensivas, amén de que determinados recambios casi nunca suman. Pero después de nueve partidos seguidos sin vencer en La Rosaleda tampoco admite duda que Pellicer no da con la tecla. Igual que se valora para bien el papel del entrenador, tanto la pasada temporada como la actual, no puede obviarse su importante cuota de culpa en esta racha tan adversa.
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