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Al Málaga le puede valer hoy un empate y hasta una derrota –si fallan al mismo tiempo la Real Sociedad B y el Amorebieta–, pero sólo el triunfo le garantiza la permanencia, ese objetivo tan ansiado por el desarrollo de la temporada como ridículo por las expectativas creadas. La cuestión es que el equipo blanquiazul hoy no puede fallar para acabar con la agonía y evitar verse en la encrucijada de una última jornada a cara o cruz en Lugo, precisamente donde empezó esta travesía por el desierto de la Segunda División. Obligado a poner punto final a su condena en casa (hoy se cumplen seis meses y un día desde aquella última victoria como local, frente a Las Palmas), contará con La Rosaleda como una olla a presión, presumiblemente a reventar.
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Enfrente, a las ocho de la tarde (en directo por Movistar LaLiga), estará el Burgos, con los deberes más que hechos y sin más aliciente que mejorar su posición en la tabla. Porque esta vez parece que el recinto de Martiricos sí va a presentar pocos huecos. Las localidades están agotadas y además esa promoción ideada por el club (un 20 por ciento de la rebaja del carné de la próxima temporada) parece garantizar el regreso de decenas de abonados que en los últimos meses han dejado de acudir a los encuentros por el hastío de ver al equipo eternizarse en Segunda después del paulatino desplome clasificatorio y la pésima racha de resultados.
La experiencia dicta que en estas situaciones conviene evitar previamente el término 'fiesta' porque, más allá de que la consecución de la permanencia tampoco debe servir para tirar cohetes, el Málaga suele decepcionar en tardes de expectación con lo que se conoce popularmente como 'petardá'. Eso sí, es de desear que el convincente triunfo en Tenerife en el momento más angustioso de este ciclo en Segunda División genere la inercia necesaria para no fallar ante el Burgos y, sobre todo, para acabar de una vez por todas con la pésima ejecutoria en La Rosaleda desde que el triunfo ante Las Palmas disparó la ilusión por ocupar plaza de 'play-off': cinco puntos, sin un solo triunfo, en los once últimos partidos.
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El rendimiento del equipo fue tan satisfactorio en Tenerife que pudiera pensarse en la misma alineación, pero ya se sabe que Guede analiza a los rivales para protegerse de sus puntos fuertes y explotar los débiles, así que siempre queda abierta la puerta a alguna variante en el once desde el punto de vista táctico. De entrada no puede contar con Brandon por acumulación de amonestaciones, lo que obligará a introducir algún cambio en ataque. Las características del Burgos permiten aventurar la presencia de alguno de los delanteros centro. Sekou fue titular en la última cita en casa, contra el Oviedo, y después no jugó un minuto en el Heliodoro Rodríguez López mientras que Chavarría sí fue utilizado en el tramo final en Tenerife.
El cuadro burgalés, que ha completado una notable temporada de la mano de Julián Calero (padre del lateral malaguista cedido en el Alcorcón y que fue ayudante de Fernando Hierro, Míchel y Lopetegui), cumplió el objetivo de la permanencia hace ya un mes. No ha ganado en los últimos cuatros encuentros y fuera flaquea más de la cuenta (seis derrotas y un empate en los nueve compromisos de la segunda vuelta). Todo parece a favor y hoy el Málaga no puede fallar. Sólo la victoria permite evitar más agonía o tener que mirar de reojo, una vez más, a la Real B y al Amorebieta.
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Pilar Martínez | Málaga y Encarni Hinojosa
Cristina Vallejo, Antonio M. Romero y Encarni Hinojosa | Málaga
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