Ramón marcó el 0-2 en Fuenlabrada e hizo un gesto elocuente de dedicatoria a todo el equipo. Resultados al margen, el Málaga es a ... día de hoy un bloque en el campo, pero también en el vestuario. Sergio Pellicer ha conseguido instaurar el trabajo como primer mandamiento, pero el éxito (25 puntos en 16 partidos) también reside en la ausencia de egos y en el buen ambiente interno. Profesionales y canteranos reman en la misma dirección y van todos a una. Estas son los claves de la notable trayectoria malaguista, que quizá podrían quedar resumidas en el lema del rival en la noche del martes: orgullo y humildad.
Un buen ambiente 'heredado'
La llegada de Pellicer (o si se prefiere, la salida de Víctor) fue una liberación para la plantilla. La ruptura con el cuerpo técnico del madrileño era total después de determinados comportamientos de algunos de los preparadores. Desde que se produjo el relevo, el ambiente cambió. Y no es sólo mérito del castellonense, porque su equipo de trabajo también trajo aire fresco al vestuario. Es obligado destacar la cohesión en la recta final de la pasada 'miniliga', con implicación absoluta de todos (varios futbolistas luego incluidos en el ERE afrontaron partidos con molestias). La incorporación de jóvenes con ambición y con afán por aprender también ha sumado bastante.
Mensajes directos de Pellicer
Pellicer no se anda por las ramas y, como hizo con los juveniles y en su etapa al frente del filial, le gusta ser directo con los jugadores, ya sea en las charlas colectivas o en las individuales. Los futbolistas ensalzan que es muy claro, tanto para exigir como para elogiar. En este aspecto, recalcan en el vestuario, el entrenador manda en público los mismos mensajes que ha hecho antes en privado. Por ejemplo, al comienzo de la pretemporada ya les adelantó que se avecinaban curvas por la situación económica pero que eso no podía servir de excusa para competir. O les insistió en que el objetivo era la permanencia y que si cualquiera de ellos insinuaba otro tendría que dar un paso al frente ante la opinión pública para ratificarlo.
Equidad en las decisiones
«Cuento con todos porque cada uno de vosotros va a tener su oportunidad. Va a ser una temporada difícil y jugará el que se lo gane». Fue otro de los mensajes del entrenador en su primera charla. Pellicer ya ha demostrado en lo que va de Liga que los méritos están por encima de todo. Ha prescindido de profesionales cuando no han cumplido tras un mal partido o incluso en el descanso, ha apostado por canteranos en perjuicio de teóricos titulares, y también ha recurrido con naturalidad a algunos jóvenes cuando nadie lo esperaba (Benítez, Julio...) Quiere que todos se sientan partícipes, que todos arrimen el hombro y que la mentalidad de grupo esté por encima de todo.
Los porteros, el mejor ejemplo
Pellicer ha instaurado una rotación entre los porteros que ya tenía decidida si se cumplían los objetivos en verano. Tras la llegada de Dani Barrio, este periódico ya avanzó que el entrenador y el director deportivo, Manolo Gaspar, deseaban que llegara un 'titular', no un meritorio. Su decisión de dar las mismas oportunidades a Dani Barrio y Soriano obedece a que quiere que los dos estén en plena forma, que no acusen la falta de competición si el otro causa baja y, sobre todo, que estén compenetrados con los defensas y que sepan cómo desenvolverse si el sistema cuenta con tres centrales o con cuatro zagueros. Fue tan claro en su exposición que ambos lo agradecieron.
Todos suman en el vestuario, jueguen o no; Orlando Sá, con pocos minutos, es uno de los pilares del grupo
Exigencia, pero con paciencia
Otra dificultad que ha debido afrontar Pellicer es la llegada de distintos jugadores que venían de un periodo de larga duración sin competir o de no haber tenido continuidad. Y no son pocos: Matos, Jairo, Jozabed, Orlando Sá, Caye Quintana, Chavarría o Joaquín. Con todos ellos departió para conocer sus inquietudes y sus sensaciones a las pocas horas de su llegada. En estos dos meses y medio se ha producido un titánico y destacado esfuerzo por parte y parte. Los técnicos han fomentado la exigencia en el trabajo, pero siempre midiendo bien los pasos para que no surgieran contratiempos con lesiones. Mientras, los futbolistas han asumido su rol, conscientes de que pasarse varios partidos en el banquillo o participando un puñado de minutos es una decisión que a largo plazo será beneficiosa. La actitud de todos ellos es un ejemplo para el resto en el vestuario. Y en este aspecto cabe destacar a Orlando Sá, al que molestias que vienen y van lo han relegado el ostracismo. El portugués desempeña un papel importantísimo en el grupo (con sus ánimos y su profesionalidad) que le ha hecho ganarse el cariño de sus compañeros.
Los canteranos, siempre a tope
El manejo de los canteranos es otro aspecto en el que brillan Pellicer y su equipo hasta el momento. Por ejemplo, mientras los elogios del entorno a Ramón se suceden, los técnicos exigen al granadino más y más. No es casual esa aparición en el área en la jugada del 0-2 porque se le pedía más convicción en las llegadas desde la segunda línea. «Cada partido, cada minuto es una oportunidad», les repite el entrenador a los más jóvenes para que sean conscientes de que sólo 'la cultura del esfuerzo' los va a llevar a triunfar. Internamente cuentan que la desaparición de dos semanas de Julio de las convocatorias se debió a que no convenció su trabajo en los últimos 15 minutos frente al Leganés. Y además, para que los más jóvenes entiendan que todavía están en fase de crecimiento, siempre que las circunstancias lo permiten 'bajan' al filial para jugar en Tercera.
Los técnicos dan ejemplo
Ya desveló SUR que la demora en la llegada de demasiados jugadores llevó a cambiar los métodos de entrenamiento; es decir, a disputar continuamente partidillos, a trabajar sobre el terreno, para estar a punto tácticamente en la fase inicial. El cuerpo técnico tuvo que multiplicarse para preparar capturas de vídeo de los entrenamientos y así corregir fallos, sin olvidar que en esos partidillos se producían numerosas interrupciones, lo que suele agotar la paciencia de los futbolistas. Que estos muestren tan alto nivel de trabajo en los partidos es la consecuencia de que los técnicos predican con el ejemplo. Pellicer y sus ayudantes echan horas sin descanso. A los futbolistas ya no les sorprende que un día sí y otro también reciben imágenes de los movimientos que deben corregir y también de aquellos en los que se produce mejoría. Benkhemassa es el caso más claro de progresión. Todos quieren sumar.
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