En la década de los 60/70 del pasado siglo, que parece que fue hace un mundo, pero no tanto, se hizo popular un baile que se llamaba 'La yenka'. Decía su repetida y famosa estrofa eso de «Vamos a bailar la yenka; izquierda, izquierda; ... derecha, derecha. Adelante y atrás, un, dos, tres...». Un absurdo baile que hizo furor y se repetía en todos lados, y digo absurdo, porque al final, por muchos saltitos que se dieran, siempre se acababa en el mismo sitio. Pues eso. El Málaga da saltitos hacia adelante y hacia atrás y sigue ahí, ni más ni menos.

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Chocan también, para muchos aficionados, las declaraciones de Sergio Pellicer, quien parece que se ha 'conformado con el conformismo' (y no es una redundancia) de quienes hoy dirigen accidentalmente (y esperemos que por muy poco tiempo más) al Málaga CF. «Hay que controlar la euforia», ha dicho y repetido por pasiva y por activa. ¿Qué euforia? ¿La de ir cuartos a nueve puntos del líder y con el goal average perdido en Primera Federación? ¿Eso es euforia? Oír esas declaraciones hacía presagiar que en Sanlúcar de Barrameda, que no ha sido nunca una potencia futbolística que digamos, lo íbamos a tener crudo. No sé si fue difícil, lo que sí se puede afirmar es el que el partido disputado a las cuatro de la tarde fue un atentado a la siesta, un aburrimiento de tomo y lomo, una verdadera patada a la diversión y al entretenimiento. Un 0-0 que al Málaga le sirve para frenar la euforia (sic, o sea, hay que ver lo que se dice) y punto pelota.

Fue un partido no malo, sino peor, en el que apenas hubo acciones ofensivas salvo el disparo de Genaro a la escuadra que no fue gol por poco. Por poco y poco más, que no hubo más que mucho peloteo insulso en el centro del campo y mucha carrera inútil. Un despropósito pelotero. No ganarle al Sanluqueño es un verdadero dislate, y desde luego un freno a la euforia. Pues eso: que nadie se rasgue las vestiduras, que según el director deportivo no hay que tener prisas. Ni euforia, que dice el entrenador. O sea que no se ilusionen, que aquí, en el culo del fútbol patrio estamos bien... ¡Dios mío!

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