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El Málaga ha demostrado de forma reiterada esta temporada un carácter competitivo sin igual, adquirido probablemente tras obtener el ascenso en Tarragona de forma que se podría catalogar como milagrosa. Desde entonces, ha mantenido cierta inercia reactiva, apelando a la épica en varias ocasiones a ... lo largo del presente curso para obtener puntos en circunstancias adversas, ya sea anotando un gol en el tramo final o mediante una intervención decisiva de su portero. Sin embargo, esta chispa de competitividad (también existe el ápice necesario de fortuna) parece haberse diluido en los últimos encuentros, dejando escapar cuatro puntos a partir del minuto 80 en dos de los tres últimos partidos (recibió el 3-2 en el Ciudad de Valencia en el minuto 81, y recibió el gol de la igualada frente al Almería en el 95).
Normalmente, es el Málaga el que hace gala de esa capacidad de reacción ante la adversidad, una cualidad intangible que le ha permitido numerosos puntos. Las intervenciones cruciales de Alfonso Herrero en momentos clave han supuesto la diferencia entre lograr un punto o no conseguir ninguno. El muro a menudo infranqueable (nueve puertas a cero) contrasta con la falta de acierto cara a puerta, que ha penalizado al cuadro blanquiazul en numerosas instancias y ha impedido que sume más puntos de los que ha podido merecer.
Frente al Almería, el Málaga dejó escapar la victoria en el minuto 95 ante el equipo más en forma del momento. Y hasta cierto punto, debido al historial que acumula el Málaga con los empates (11) y lo mucho que penalizan, la entidad del rival y la forma en la que se produjo no sería descabellado afirmar que el empate es más doloroso que la derrota. Los últimos minutos le dieron mucho al Málaga hace escasos meses; ahora, la fortuna en los tramos finales parece serle esquiva.
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