El nuevo Málaga es diferente: mejor, más ambicioso y con otra mentalidad. Los resultados tendrá que demostrarlos en el campo desde el domingo, pero las sensaciones son ya especialmente positivas, transmitiendo al público una ilusión especial para el campeonato que comienza de inmediato. Parece claro ... que el club de Martiricos, sobre todo su plantilla, ha dejado atrás los complejos provocados por una etapa de austeridad y dificultades económicas con pocos precedentes en la historia reciente de la entidad. Con un tope salarial, en principio, no mucho más alto (por encima de los siete millones), el conjunto blanquiazul parece, de entrada, otro, uno de los más fuertes de un campeonato que será, como siempre, muy largo y complicado, con rivales con mucho más dinero para invertir en su plantilla.
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La transformación, de todas formas, golpea de lleno en la filosofía y, sobre todo, en la mentalidad de la mayoría de los futbolistas nuevos, que están contagiando muy rápido al resto. La palabra ascenso deja de ser tabú y los futbolistas y el propio Pablo Guede no ocultan que el objetivo de esta temporada será buscar la forma de subir a Primera. Está muy claro que el Málaga, por ahora, no es uno de los favoritos de la categoría, pero los refuerzos han llegado con una gran ambición y, a la espera de lo que ocurra sobre el terreno de juego, el cambio de rumbo parece definitivo. Muchos de ellos, incluso, no ven que otros rivales sean mucho mejores que el bloque malaguista (se reforzará todavía un poco más).
El proyecto malaguista que ahora se pone en marcha dispone de numerosos ingredientes novedosos y que aportan expectación para los aficionados. Tras la deficiente campaña anterior, los dirigentes de la entidad han apostado por un cambio profundo de nombres y también de filosofía. El nuevo plan contempla una plantilla más experimentada, con jugadores con trayectoria y que pretenden mantener, mejorar y alargar su nivel en un destino que para todos ellos es atractivo, con posibilidades de futuro. De ahí la llegada de Rubén Castro, Manolo Reina, Bustinza, Esteban Burgos, Juanfran, Fran Sol o Álex Gallar, todos ellos por encima de la treintena.
La experiencia o veteranía no sólo ofrece garantías competitivas al cuadro de Martiricos, sino que aporta galones en el vestuario, algo muy deseado en esta ocasión. El cambio en relación a la campaña anterior ha sido drástico, pues dominaban los jóvenes, mientras que ahora existe una mezcla que puede resultar muy constructiva, como aseguran los propios futbolistas. La primera plantilla es ahora corta, pero habrá algunas variaciones más antes de que se cierre el mercado de fichajes el 1 de septiembre. Dos llegadas son seguras y disponen de (un jugador para la banda izquierda y un media punta o segundo delantero). De esta manera quedaría cerrada la plantilla, a la espera de lo que ocurra con Adrián y Chavarría. Pero puede haber alguna novedad más.
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Guede, el nuevo faro
El nuevo entrenador dirigió al equipo las ocho últimas jornadas de la campaña anterior, sumado sólo otros tantos puntos en la lucha por la permanencia. Pero todo hace indicar que esta temporada será otra historia. Guede llegó como un revulsivo, con gran intensidad y trabajo, pero ahora apenas ha cambiado, con una pretemporada muy exigente en busca de los mejores resultados. Quiere revolucionar al máximo el equipo, sin duda. El técnico argentino es el nuevo faro del Málaga, el líder de un equipo al que quiere cambiar a partir de esta nueva campaña cargada de ilusiones.
La forma de juego que quiere implantar se centra en un bloque con tres centrales y dos delanteros, pero tampoco descarta otras opciones en el caso de necesidad o simplemente para adaptarse a cualquier rival. Ha ensayado sobre todo con su sistema preferido, sin contar con extremos claros. De hecho, en la plantilla apenas hay jugadores de ataque para las bandas, aunque algunos de ellos se pueden adaptar. Guede, en este sentido, pretende que sus futbolistas (casi todos) pueden ser utilizados en varias posiciones, algo que ha llevado a la práctica en la pretemporada.
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El cambio de patrón, asimismo, ha llegado también al club, que ha pasado de no disponer de un proyecto a medio plazo a buscar y comprometer patrocinios, sobre todo con el Ayuntamiento, para disponer de más dinero para buscar el ascenso (aunque sólo hablan de esto los jugadores). De vivir al día se está pasando a un plan algo más ambicioso, aunque con las restricciones propias de una entidad intervenida judicialmente. Y en el club siguen a la espera de algunas novedades más en este apartado: la más importante sería la venta de Horta, que le reportaría alrededor de cinco millones, mientras que también está en marcha la opción de cambiar el nombre de La Rosaleda, que supondría un ingreso destacado.
Y en el capítulo económico tampoco se pueden en el Málaga olvidar los abonados, que llegan mucho más lejos por el plano sentimental y anímico. Se han superado claramente las cifras de la campaña anterior, aunque tampoco era muy difícil debido a que coincidió con el final de la parte más dura de la pandemia. Pero la mejoría ha sido importante, pues la afición está ilusionada, lo que permite pensar que los días que quedan hasta el primer partido en casa, el lunes 22, serán muy intensos para conseguir metas importantes también en este capítulo social. Pero antes llegará el estreno en Burgos este domingo. Ahí arranca todo.
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