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Iglesias Villanueva no impartió justicia. Su nefasto criterio en el capítulo disciplinario, con errores en las faltas y en el reparto de las amonestaciones, acabó por desquiciar al Málaga. Hacía tiempo que La Rosaleda no se expresaba de forma tan contundente con un arbitraje como ... sucedió con el gallego, teóricamente con opciones para ascender a Primera y que, sin embargo, estuvo calamitoso. Tanto él como sus dos asistentes, Ramos Ferreiros (con sus gestos amenazantes ya habituales) y Landrove Lago.
Porque posiblemente las dos jugadas más importantes del partido admitan poca discusión. Escassi vio la roja en una ocasión manifiesta de gol en el minuto 31 después de que Peybernes encogiera la pierna en un balón dividido con un rival –la velocidad de Rahmani contribuyó a que el videoarbitraje no cuestionara la decisión– y seis más tarde el VAR sí vio el golpeo de Febas a Corpas dentro del área (por poco, como ocurrió con el golpeo de Omeruo a Jozabed en Leganés una semana más tarde). Esta última acción ya había encendido al público porque tras ese penalti que pasó inadvertido para el colegiado y el asistente hubo juego peligroso por parte de un jugador visitante (sobre Víctor Gómez) y de nuevo quedó sin el castigo de la amonestación.
En realidad el partido cambió en una interminable atención médica al central armero Frederico Venancio. El Málaga había vuelto loco al Eibar con la decisión de Pablo Guede de apostar en ataque por un 4-2-2-2 que se asemejaba a aquel 'cuadrado mágico' con el que Manuel Pellegrini irrumpìó en el fútbol europeo al frente del Villarreal. Tras el gol de Brandon los futbolistas visitantes hablaban entre sí porque no sabían cómo contener al cuadro blanquiazul.
Se sucedieron las ocasiones locales –también se lució Dani Martín– hasta que el defensa portugués sufrió un corte en la ceja que requería atención médica. El criterio actual marca que el futbolista debe ser examinado en el terreno de juego si se trata de un golpe en la cabeza. Iglesias Villanueva entendió que no era así y lo mandó fuera del campo (de este modo consideraba que no revestía gravedad), pero a mitad de camino Frederico Venancio se tiró al suelo y estuvo cinco minutos asistido por el médico y el masajista hasta que le vendaron la cabeza. Ahí estuvo la clave del encuentro, porque el Eibar supo buscar la fórmula para cortar el ritmo del cuadro local ante la permisividad del colegiado. El periodo de prolongación de la primera parte fue de... ¡nueve minutos!
Si el arbitraje ya apuntaba a despropósito, las peores perspectivas se confirmaron durante la hora siguiente. El VAR volvió a dejarlo en evidencia en un gol anulado al Eibar mientras el colegiado gallego se guardó la primera amarilla a un visitante hasta el minuto 63. Iglesias Villanueva no impartió justicia en un nefasto arbitraje.
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