El Málaga, ante un desastre sólo comparable a su desaparición hace más de tres décadas

Tras los avances observados en el fútbol moderno y los ingresos que se alcanzan ahora en este deporte a nivel profesional, la salida del Málaga de esta rueda de los equipos más importantes del país (los 42 mejores) supondría un golpe letal al club y, sobre todo, a su afición, que observa con incredulidad cómo su equipo perdió su plaza en la élite de una forma inexplicable, estando entre los mejores presupuestos, y ahora puede repetir la misma calamidad en una categoría inferior, algo que sólo se puede comprender con una nefasta gestión en todos los órdenes. Los seguidores, en su caso, volverán a perder la referencia cuando la identidad blanquiazul había calado de nuevo en la etapa con la denominación de Málaga Club de Fútbol, sobre todo por la disputa de la Champions.

Como C.D. Málaga, el equipo no militaba en la tercera categoría desde hace más de sesenta años, mientras que en la etapa actual costó mucho volver a las principales categorías después de la desaparición en 1992. Hasta seis años después el equipo blanquiazul no alcanzó Segunda División de la mano de Joaquín Peiró, regresando entonces al fútbol profesional, una posición que ha mantenido las últimas 25 temporadas (a falta de que finalice la actual), alternado la 'división de plata' con la élite, donde estuvo fundamentalmente en este periodo (17 campañas). Disputó la Copa de la UEFA y la Champions, la principal competición del mundo de clubes. Y su rendimiento fue excelente en este último caso, llegando a cuartos de final y ofreciendo una imagen espectacular.

La gran paradoja del Málaga, pese a su largo y complejo historial, hay que buscarla en su última etapa. Cuando el club había alcanzado su merecido reconocimiento y, por primera vez, estaba recibiendo el reparto de televisión con justicia, se colocó entre los ocho clubes con mayores ingresos del país por este concepto, que es el más importante de casi todos los equipos. Pero esa 'ventaja' quedó anulada con las nefastas gestiones que llevaron al conjunto blanquiazul al descenso de Primera y a su situación agónica de este momento. Otros rivales de las dos categorías profesionales, con menos medios y un apoyo inferior, consiguen una cierta estabilidad que les permite asentarse para consolidar una identidad que en la entidad de Martiricos no acaba de definirse por completo.

Los vaivenes son constantes y al club le cuesta mucho funcionar con cierta normalidad. Cuando desapareció, el C.D. Málaga tenía un problema económicos que, sin las ayudas que hubiera tenido en la actualidad, se lo llevó por delante. La deuda ascendía a 2.500 millones de pesetas (poco más de 15 millones de euros) y las opciones de seguir adelante eran inexistentes. El equipo estaba en Segunda y acabó, como era de esperar, en la zona baja de la clasificación. A partir de ahí el Atlético Malagueño se convirtió en el club representativo, hasta que cambió en 1994 su nombre al de Málaga club de Fútbol.

En la actualidad es diferente. Con más dinero y sin apenas deudas, el nuevo Málaga es de los más fuertes también de Segunda tras superar una crisis importante hace casi dos temporadas. Pero la mejora económica no está sirviendo de nada, pues los responsables del club, de sus distintos departamentos, no han conseguido que funcione su gran fuente de riqueza, la parcela deportiva, que siempre ha sido y seguirá siendo la más importante de cualquier club de fútbol, pese a que en ocasiones algunos dirigentes puedan pensar algo diferente.

El Málaga actual, como se conoce, está inmerso en varios frentes judiciales que lo tienen intervenido desde hace nada menos que tres años. Los Al-Thani salieron de la entidad y se encuentran a la espera de que les permitan regresar. Mientras tanto, José María Muñoz es el administrador encargado de dirigir el club y las empresas relacionadas con la entidad y el propio jeque. En este tiempo se han producido numerosos cambios, pasando primero por una temporada y media realmente compleja por la mala situación del equipo y por la aparición de la pandemia. Hasta el punto de realizar el primer ERE deportivo de la historia. Pero después todo cambió y apostaba ya hasta por el ascenso, con importantes patrocinios de las instituciones. Otra vez era el peor momento para encontrarse con el fracaso, pues era inesperado por el tope salarial que está manejando. Tres entrenadores pasaron por Martiricos esta campaña (Pablo Guede, Pepe Mel y el actual, Sergio Pellicer).