A Mel le urge construir un equipo
OJO DE HALCÓN ·
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OJO DE HALCÓN ·
Más allá de los problemas estructurales de la plantilla, el Málaga es a día de hoy un puñado de individualidades que piden el balón al pie y que son incapaces de combinarEl Málaga, incluido su entrenador, dio por bueno el empate en Santander ante un ascendido. Muy mal síntoma. «No hemos sido capaces de dar tres pases seguidos prácticamente en todo el partido», fue la frase lapidaria de Pepe Mel en su valoración posterior. El madrileño ... ya esbozó el viernes lo que pudo comprobar durante el compromiso frente al Racing: le urge construir un equipo. Y a toda prisa. Porque a día de hoy el Málaga no es más que un puñado de individualidades que no terminan de combinar lo más mínimo y que además siguen empeñados en jugar como en la etapa de Pablo Guede: pidiendo el balón al pie y con un preocupante atasco por el centro.
En el encuentro en El Sardinero hubo demasiados detalles que reflejan hasta qué punto va a ser difícil para Mel resetear la mente de los jugadores. Es cierto que el director deportivo, Manolo Gaspar, es el gran culpable de los graves problemas estructurales de la plantilla por haber acatado las consignas de Pablo Guede y también por determinadas apuestas. No obstante, también los futbolistas tienen su cuota de culpa. «Deben aportar más», se lamentaban en el anterior cuerpo técnico después de la derrota por la mínima en Huesca.
La peor noticia en Santander se centra en que se vio al Málaga de la corta 'era Guede', encorsetado por culpa del estilo heredado por Mel, sin 'abrir el campo', con una profundidad casi nula y con futbolistas incapaces de ofrecer apoyos para combinar. Que el nuevo entrenador hablara de la incapacidad de dar tres pases seguidos guarda mucha relación con la escasa movilidad de los futbolistas de ataque, empeñados en recibir la pelota al pie y casi siempre en horizontal. Sólo con la entrada de Jozabed (porque previamente Ramón tampoco lo había corregido) se apreció cierta capacidad para superar líneas. En el minuto 42, por ejemplo, Álex Gallar inició una conducción de fuera adentro y acabó por cometer una pérdida grave. No es sólo que él abuse del individualismo, sino que además no encontró compañeros que ofrecieran una línea de pase... y hasta alguno se apartó de su camino.
Probablemente Mel esbozó en su análisis posterior al encuentro sólo una pincelada de los males que vio en su Málaga en tierras cántabras. Porque de su estilo casi no hubo ni rastro. La presión no existió, la posesión fue estéril (y cuando tuvo la capacidad para imponerse a su rival) y el juego por las bandas fue mínimo porque Hervías está de pretemporada (tuvo que ser sustituido en el descanso), Gallar no es extremo y encima los laterales (Juanfran y Javi Jiménez) se mostraron encogidos por el empuje de Íñigo Vicente y, en mayor medida, Mboula.
Para colmo, las dudas en la salida de la pelota fueron continuas debido a tantos errores. De hecho, a Manolo Reina se le vio en la última jugada del partido sin saber qué hacer, si golpear o no en largo, igual que cuando sólo se llevaba media hora. La presión adelantada del Racing pilló con el pie cambiado a los futbolistas blanquiazules.
El caso es que el Málaga no dispuso de su primer saque de esquina hasta superado el minuto 78. «Hay días en los que el partido te pide que no elabores tanto y que busques un juego más directo», se quejó Mel. Sin embargo, ese detalle –sumado al hecho de que hasta entonces sólo se habían computado dos tiros entre los palos pese a la proliferación de piezas ofensivas en la alineación– prueba que demasiados futbolistas quieren hacer la guerra por su cuenta o bien se empecinan en buscar la combinación más difícil. En esta última situación se lleva la palma Álex Gallar, que una y otra vez se obceca en conectar con Rubén Castro (como sucedió en la recta final frente al Villarreal B) cuando dispone de otras opciones, incluido disparar a puerta.
A Mel le urge construir un equipo porque, de lo contrario, el Málaga seguirá sin generar peligro, se verá expuesto ante cualquier rival y mostrará una enorme dependencia de que Rubén Castro esté fresco (algo que no se ve ahora ni en él ni en Febas). Y el argumento de que el equipo por primera vez mantuvo la puerta a cero obedece más a deméritos del Racing. El nuevo entrenador tiene muchísima tarea para resucitar al equipo.
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