AGENCIA LOF
Opinión

Al Málaga sólo lo salva su afición

Ojo de halcón ·

En 2007 sólo la conjura general, con La Rosaleda a tope y sin fijarse en el muy pobre nivel de la plantilla, evitó el descalabro. Esa es la única salida hoy para no descender

Domingo, 20 de febrero 2022, 18:56

Definitivamente, a este Málaga sólo lo puede salvar su afición. Así de sencillo. Sin presidente (pese a que el administrador judicial ha ejercido como tal en numerosos actos, fotos incluidas), con un director deportivo desnortado en el mercado invernal, sin respuesta en el banquillo (¡y ... sin una mínima autocrítica!), sin futbolistas desequilibrantes, sin gol, sin defensa, sin amor propio y sin energía (ni siquiera para acorralar al árbitro para forzar la segunda amarilla de Alkain), el equipo está a expensas de que La Rosaleda obre el milagro como sucedió en 2007.

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Entonces, al menos, sobraba liderazgo en las oficinas, había entrenador –con personalidad hasta para mantener a los cuatro futbolistas inmersos en un ERE– y estaba Antonio Hidalgo para rescatar puntos con sus decisivos goles. Ahora ni eso. Pero, ¿tiene sentido ensañarse con gestores, entrenador y futbolistas? No, por mucho que Manolo Gaspar haya cometido errores de bulto, Natxo González hable de «cosas buenas» en Anoeta (¿de verdad se lo cree?) y los jugadores no den el más mínimo nivel (ya no se salva ni Escassi).

Ni siquiera merece la pena recordar el excesivo proteccionismo de la Grada de Animación con los futbolistas (apoyar no equivale a rebajar la exigencia) o esa imagen de dos suplentes en el banquillo muertos de risa antes del partido en San Sebastián (Brandon y Kevin) cuando deberían estar picados en su orgullo profesional por no figurar entre los titulares. No merece la pena ensañarse porque el Málaga está en caída libre y lo que toca es buscar fórmulas para evitar la caída a la 'Segunda B de Rubiales' (me da pánico hasta nombrar la categoría).

¿Tiene José María Muñoz la personalidad y la jerarquía suficientes para bajar al vestuario como lo hacía Fernando Sanz (y antes Fernando Puche) y recordarles a los futbolistas aquello de «Señores, ¡esto es el Málaga!»? ¿Tiene Natxo González capacidad para configurar un bloque compacto y tomar decisiones drásticas como hizo Muñiz aun en contra de la postura del propio club? ¿Cuenta el Málaga con dirigentes capaces de generar iniciativas para llenar el estadio a pesar de los pesares, como hizo entonces José María Arrabal con un sinfín de promociones y hasta meriendas gratuitas previas a los partidos?

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A los jugadores hay que recordarles la frase de Fernando Sanz: «Señores, ¡esto es el Málaga!»

Ojalá de ahora en adelante Natxo González sea más Peiró que Novoa en el manejo de la situación

Natxo González vio en Anoeta «detalles que me vienen bien para tomar decisiones en el futuro» cuando lo que toca es el presente. Y, desde luego, el presente no es fijarse constantemente en lo que hagan Amorebieta, Fuenlabrada y Real Sociedad B. O en rezar para que el Mirandés no mejore. No tengo claro que el presente pase por la típica charla interna del técnico con los jugadores, incluso por trabajar más. Las condiciones técnicas de los jugadores son las que son, las carencias son las que son y, lo que es peor, la personalidad (escasa, muy escasa) es la que es.

Ya me lo advertía hace dos semanas un futbolista (discreto públicamente, clave en el campo) que vivió en primera persona aquella situación de 2017: «Ahora lo que toca es apoyar y estar unidos; no va a quedar otra». Y lleva razón porque me viene a la memoria aquella reflexión de un destacado futbolista a estas alturas de la temporada en 2010 (la que se salvó en el último partido, con gol de Duda ante el Madrid). «Con lo que tenemos, no veo en el calendario un partido que podamos ganar», me recalcó en un alarde de sinceridad. El equipo, como se sabe, se libró del descenso empate a empate. Ahora, visto el panorama, muchos podrían pensar lo mismo.

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En 2007, sin delantero centro y con una plantilla que fue cambiada de arriba abajo al año siguiente (para terminar ascendiendo), los reproches por las continuas decepciones del domingo quedaban en el olvido el mismo lunes. Resultó decisiva la aportación de una afición con mayúsculas, entregada en cada partido a apoyar, apoyar y volver a apoyar. Mi confianza en ver La Rosaleda llena, intensa y asfixiante para el rival es absoluta, inversamente proporcional a la que transmiten un entrenador aparentemente apocado (ojalá de aquí en adelante sea más Peiró que Novoa en su manejo de la situación) y un grupo de futbolistas limitados (la mayoría) y totalmente superados (el resto). A este Málaga sólo puede salvar su afición. Así de sencillo. Se requiere esa conjura general en cada partido en Martiricos para evitar el descalabro. Pero a los jugadores hay que recordárselo un día sí y otro también. Señores, ¡esto es el Málaga!

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