Lobete quiere volver a aullar

El extremo izquierdo, formado en el Allerru Kirol Elkartea, el histórico club de Lezo, empezó practicando tres disciplinas en el multideporte escolar. A su abuelo le hubiera gustado que hubiera tirado por la pelota vasca, pero acabó dedicándose el fútbol y a los 18 años fue reclutado por la Real Sociedad para su filial, con la que logró en el verano de 2021, ante el Algeciras, el ascenso a Segunda.

El 15 de agosto de ese año se estrenó en el primer equipo de la Real nada menos que en el Camp Nou. Era la primera jornada liguera, con las gradas semivacías debido a las restricciones de público por la pandemia. Entró en el minuto 66 y sólo necesitó 15 más para marcar. «No sabía nada de que fuera a debutar ese día. No tenía ni idea. No estaba nervioso, estaba tranquilo. Metí el gol y quería ir a celebrar, pero íbamos perdiendo. Me pasaron muchas cosas por la cabeza», reconoció después, y el 4-2 dejó en intrascendente una diana que dedicó a su abuelo, ya fallecido.

En total, el canterano jugó trece partidos esa campaña y marcó otro gol, al Mallorca, que dejó en el parón de octubre a la Real como líder de la Liga. También participó en la Liga Europa, ante el Sturm Graz, pero no acabó consolidándose con Imanol Alguacil, que ha tirado de muchos canteranos en su etapa.

El resultado es que, pese a que tenía contrato hasta 2023, el 26 de julio de 2022 se anunciaba su traspaso por cuatro años al Celta, en una operación de lo más singular, porque no se le ha visto entrenarse (menos aún jugar) con el cuadro vigués. Su llegada formó parte de la venta de Brais Méndez un mes antes a la Real Sociedad. Venía avalado también como internacional sub-21 (cinco partidos, tres goles, todos a Malta, en la fase de clasificación al Europeo de la categoría)

En la 2022-23 estuvo cedido en la Eredivisie en el modesto RKC Waalwijk (cuatro goles y tres asistencias en 1.323 minutos repartidos en 29 partidos) «La Liga me encantó y también la gente. Lo disfruté al máximo. Para mejorar, esa es una competición que está muy bien. Se lo he recomendado a mucha gente. Te curte en todos los sentidos. Yo ahora me manejo en inglés muy bien. Luego, hay mucho ritmo en los partidos, tienes que defender, atacar y eso te convierte en un mejor futbolista. Además, era mi primera vez viviendo solo. Me tenía que hacer la comida, plancharme la ropa…», reconoció meses después a 'Relevo' sobre su experiencia en Países Bajos.

La campaña anterior la jugó a préstamo en el Andorra, con participación asidua: 41 partidos (de los que 32 fueron de titular y 14 al completo), con 2.721 minutos y cuatro goles, y fue muy esclarecedora su autodefinición cuando fue presentado: «Siempre he jugado en banda izquierda, de delantero o segundo punta. En Holanda actué más de segundo punta ya que tenían un delantero de referencia», comentó, y su director deportivo entonces, Jaume Nogués añadió: «Es muy rápido y va bien al espacio. Además tiene muy buena definición».

Uno de los técnicos que le tuvo en categorías inferiores, en infantiles del Allerru, Unai Santos, destaca su sacrificio en la banda: «Lucha, incordia, genera muy bien espacios con sus movimientos; es un trabajador nato». Son virtudes que encajan muy bien con lo que necesita el Málaga en su regreso a Segunda. Desvinculado del Celta y comprometido hasta 2027 como blanquiazul, ahora es el momento de dar un giro a su carrera.

«Nunca me doy por vencido. He trabajado duro desde que empecé en el Allerru. Trabajar, trabajar y trabajar. El objetivo es tener una carrera muy larga y acabar lo mejor posible, donde pueda hacer grandes cosas», manifestó Lobete en su etapa en el Andorra. El reto es evidente. Ahora queda hacerlo realidad. Volver a aullar.