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El Málaga se fue al descanso abajo en el marcador y Pellicer maniobró ejecutando dos cambios de una tacada: quitó a Nelson (amonestado, vio la ... amarilla en el primer tiempo) y a Ferreiro para dar entrada a Galilea y a Kevin. Llamó la atención el segundo de ellos, sacando del campo al extremo gallego, muy regular y determinante desde que aterrizó en la Costa del Sol en enero, para ingresar a un Kevin que apenas jugó cuatro minutos en la ida de la semifinal y que, aunque ha contado siempre para el técnico, ha ofrecido un rendimiento dispar a lo largo de la temporada. El jugador respondió, Pellicer acertó de lleno y los escépticos con este movimiento terminaron dándole la razón al final del partido. Y ellos encantados.
El malagueño agitó el partido prácticamente desde su entrada. Se inventó un trallazo, que se fue alto, aunque por muy poco, en uno de los primeros balones que tocó para levantar a una grada que se fue al entretiempo algo chafada con el gol de Alfon y que también necesitaba un poco de eso para animarse. En su hábitat natural, el carril zurdo, ayudó a dar profundidad al juego del equipo y a romper el partido con su dinamismo, para redondear su puesta en escena ofreciendo a Roberto el pase de su segundo gol: colgó un balón al área que no fue capaz de despejar el zaguero del filial vigués para que el delantero malaguista sólo tuviera que estirarse y meter el pie.
La actuación del extremo malagueño, sumado a la mejoría de Dani Lorenzo en el segundo tiempo, a las providenciales acciones defensivas de Galilea, a la seguridad de Alfonso Herrero y al acierto de Roberto de cara a puerta, contribuyó a sellar el pase a la final de los 'play-off' sin necesidad de pasar por una prórroga que se presentaba, a priori, muy angustiosa. Kevin, que nunca dejó de contar para el técnico, se une definitivamente a la fiesta en su punto más álgido y emocionante, presentándose como un revulsivo muy útil en un partido que se le atragantó al Málaga en la primera parte.
No cuajó una mala primera parte Ferreiro. Nada más lejos. El gallego cumplió y hasta enganchó un disparo dentro del área que terminó atrapando Ruly, el guardameta del Celta B. Pellicer tuvo claro lo que necesitaba el equipo y el extremo del barrio de La Trinidad respondió exactamente como el técnico anhelaba. Sin tiempo para esperar a nadie, el malagueño, con unas características y una forma de entender el fútbol cada vez más únicas, firmó una de sus mejores actuaciones del curso en el momento perfecto para dotar al equipo de más opciones en ataque.
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