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Hasta hace un cuarto de siglo el Racing era conocido como el Santander; el Sporting, como el Gijón, y el Athletic, como el Bilbao. Incluso algunos veteranos aficionados al fútbol aún siguen llamando a estos equipos por el nombre de la ciudad a la que ... representan. También sucede con el Deportivo, que tradicionalmente fue 'el Coruña' y que, en lo que respecta al seguidor del Málaga, ha sido la denominación más difícil de asimilar. Los éxitos del 'Superdepor' de Arsenio y posteriormente de Irureta contribuyeron definitivamente a que el conjunto de Riazor dejara de ser 'el Coruña'. Aun así, cuando se habla de goleadas históricas del equipo blanquiazul nunca se habla de 'el 8-0 al Deportivo', sino de 'el 8-0 al Coruña'. El recuerdo de aquel partido perdura en la memoria de muchos por dos razones: porque fue la gran tarde de Peribaldo (de efímero paso por La Rosaleda) y porque el marcador fue manual y en el sector de Gol debido a la remodelación del recinto de Martiricos para el Mundial 82.
Aunque el Málaga había vapuleado dos semanas antes al Rayo Vallecano (5-0, con Fernando Rodríguez como trigoleador), nadie podía imaginar el 14 de marzo de 1982 que el equipo arrollaría al Coruña en una actuación tan completa. Y menos aún el centrocampista argentino Cantarutti, baja en aquel encuentro y que minutos antes exponía en un asiento de Tribuna alta delantera su temor a que el equipo perdiera fuelle en la recta final por la presión de verse líder y cerca de Primera. La Rosaleda registró una gran entrada por la continuidad del conjunto dirigido por Antonio Benítez en el primer puesto. Se trataba de la campaña del estreno de este en el banquillo después de haber sido ayudante de Abdallah ben Barek en la anterior y de haber puesto juntos en marcha un proceso de absoluta malagueñización de la plantilla.
«El mayor espectáculo del mundo», tituló su crónica en SUR Manuel Castillo. Sin duda, dada su enorme pasión por el cine, el jefe de Deportes del periódico recordó esa fastuosa película sobre el circo estrenada 30 años antes e interpretada por Charlton Heston, Betty Hutton, Cornel Wilde y el maravilloso James Stewart en el papel del payaso Botones. Y no es extraño que Castillo, que se codeó con los mejores actores y actrices de la galaxia durante su etapa periodística en Madrid, empleara ese símil con generosa riqueza tipográfica porque la actuación del Málaga tuvo de todo, incluidas carcajadas por las celebraciones de Peribaldo en sus tres goles. El delantero brasileño -del que cuenta la leyenda que en su primera comida en Málaga, en el restaurante Antonio Martín, mojó chanquetes en el café- no tuvo un paso especialmente llamativo por el equipo blanquiazul, pero sí dejó aquella actuación tan inolvidable por dos de sus tres goles (un trallazo descomunal al filo del descanso que supuso el 4-0 y un remate sin dejarla caer en el 7-0) y por sus celebraciones. Había prometido en vísperas de aquella visita del Coruña que en su próximo gol bailaría flamenco. E intentarlo lo intentó (fue tras el 2-0, al transformar un penalti). Otra cuestión fue el resultado... Tras marcar su segundo hizo un cóctel entre flamenco y samba, y ya en el tercero, desatado, optó por no arriesgar y se decantó por el baile característico de su país.
Obviamente aquella tarde el Málaga no fue sólo Peribaldo. Benítez planteó el encuentro con un equipo netamente ofensivo. Teóricamente a Burgueña lo escoltaban Popo, Hierro I, Nacho y Muñoz Pérez, pero los laterales jugaron muy arriba y Nacho se situó en muchas ocasiones más como centrocampista que como 'libero'. De este modo, la línea de medios era 'ficticia', porque en realidad Serrano, que acompañaba a Martín (futbolista con llegada y que consiguió el 3-0 en una volea que dio en el larguero antes de entrar) y Juan Carlos (que había evolucionado de extremo a jugador de más toque y control), se movió mucho arriba. La prueba es que el atacante que había llegado del Granada junto al central Rojas, luego ayudante de Joaquín Peiró, también marcó tres goles (dos de ellos, con llegadas desde la segunda línea) y presionó arriba para recuperar la pelota en el 7-0, culminado por Peribaldo. El Coruña estuvo casi todo el partido enjaulado en su parcela. Paradójicamente, los dos escoltas en punta del brasileño, Rodríguez y Jose, no vieron puerta aquella tarde. Porque el 8-0 fue obra de Astorga, que aprovechó la pillería de Martín y Peribaldo en una falta ante el despiste del equipo coruñés.
Fue llamativo que cinco de los ocho goles llevaran la firma de jugadores que en principio no eran delanteros. A comienzos de aquella temporada -y de las siguientes- Benítez siempre ponía deberes a cada línea del equipo para que sus componentes marcaran un número determinado de goles. El caso es que en esa campaña los defensas lograron 10 (con mención especial para Muñoz Pérez, con 6); los centrocampistas, 19 (con 8 de Martín y 7 de Cantarutti), y los delanteros, 31. Al margen queda el caso de Serrano, que combinó ambas zonas y que hizo siete.
Aquella tarde frente al Coruña está en la memoria de muchos aficionados porque ya estaban en una fase crucial las obras de remodelación para el Mundial de España y el histórico marcador de la parte alta de Fondo había sido retirado para incorporarle el logotipo de la gran cita del fútbol. De este modo, hubo que improvisar uno manual en la parte alta de Gol. No faltaron las bromas entre los aficionados respecto a que no hubiera paneles con números altos (del 6 en adelante), pero sí los había. Es más, la explanada delantera del estadio estaba completamente levantada y el acceso a determinadas zonas del recinto fue complicado, lo que provocó que algunos seguidores llegaran tarde. Por suerte para ellos, el primer gol se produjo en el minuto 18.
Y el Málaga ascendió, sí, pero aquel vaticinio de Cantarutti en la tarde del Coruña no iba mal tirado. Después del 8-0, cuando quedaban diez jornadas, el equipo estuvo seis partidos seguidos sin ganar. Perdió en Vigo y en casa contra el Atlético Madrileño, empató en Almería, cayó en Vitoria, cedió un empate en La Rosaleda frente al Elche y perdió en Salamanca. La ventaja de la que disponía y una reacción extraordinaria del equipo permitieron regresar a Primera incluso a un encuentro de la conclusión del campeonato. Ganó al Burgos (1-0), venció en su visita al Levante (2-3) y vivió una fiesta inolvidable con La Rosaleda atestada de aficionados al golear al Huelva (así se le llamaba, no Recreativo) por 5-1. Aquella tarde la 'marea blanquiazul' fue impresionante, con espectadores en las escaleras y hasta encima de las cabinas de radio en Tribuna alta. Hubo que esperar a la llegada de Maradona para que se repitiera esa imagen. Pero, como dice Lou Jacobi (en el papel de Moustache) en el epílogo de la comedia del genial Billy Wilder 'Irma la dulce', esa es otra historia...
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