Seguramente es el equipo que más empata en Segunda (son ya diecisiete igualadas en treinta y siete partidos) porque es también el rival más incómodo, el que más se atraganta. El Huesca es un hueso duro de roer. Sus partidos se desarrollan en escenarios muy ... cerrados, con pocas noticas en las áreas. No por casualidad sólo en uno de los últimos diecisiete encuentros los pupilos de José Ángel Ziganda encajaron más de un tanto, y fue en un 2-2 en Ibiza.
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Además, el Huesca es uno en El Alcoraz (35 puntos, el sexto mejor del torneo) y otro fuera. En casa se siente muy cómodo con el respaldo de su afición y se ha dejado pocos puntos, pero fuera vive un calvario, más allá de su férrea disciplina defensiva. De hecho, es el peor visitante de Segunda tras los dos equipos ya descendidos (Lugo e Ibiza), con sólo una docena de puntos sumados y, lo que es más grave, con únicamente un triunfo, el logrado allá por el 10 de octubre en Oviedo, precisamente ante el exequipo de Ziganda, en el que también se vivieron en su etapa en el banquillo una cifra elevadísima de empates.
El Huesca no carbura igua fuera que en su feudo, pero eso no es óbice para que deje de ser un incordio para sus anfitriones. En las ultimas ocho salidas sólo perdió en dos de ellas (en Andorra y Las Palmas, y por la minima), porque empató en Villarreal, Santander, Ibiza, Gijón, Cartagena y Burgos.
«Nos va a plantear un partido muy duro y largo. Saben que vamos a ir a por la victoria, y ellos se manejan bien en el registro de sentirse dominados», reconoció el sábado el propio Pellicer sobre su rival, descendido hace casi dos años a Segunda y que no ha sido capaz de aprovechar cierta superioridad económica sobre otros proyectos tras recibir el club el fondo de compensación de LaLiga por bajar de categoría.
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De hecho, el Huesca va camino de asentarse en la división de plata, tras una temporada en la que se ha movido casi siempre en una zona intermedia de la clasificación sin aspiraciones reales de jugar los 'play-off' de ascenso ni peligro serio de descenso, por más que una derrota hoy lo podría dejar a cinco puntos de la zona caliente.
Cara al partido de Málaga, el Huesca cuenta con las bajas seguras de los sancionados Cristian Salvador y Gerard Valentín, siempre un extremo muy desequilibrante, y están lesionados el malagueño y exblanquiazul Joaquín y al delantero Carrillo. Precisamente en el ataque es donde se suman más problemas, con una pubalgia de Obeng (cedido por el Oviedo, donde ya le tuvo Ziganda), de la que se está tratando sin que esto le lleve a ser baja, y el medio centro nipón Hashimoto acaba de salir de lesión.
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Pese al buen nivel de Obeng, todo pelea, en seis de las ultimas ocho salidas Ziganda ha apostado más por el gambiano Kante (ex del Fuenlabrada), por su velocidad y siendo más útil en situaciones de partido en los que el Huesca juega más replegado y buscando transiciones, que en un ataque estático.
«Si ganamos, la clasificación por abajo ya quedará prácticamente imposible para ellos», comentó en relación al Málaga este viernes un Ziganda que tiene un año más de contrato, aunque la temporada no haya sido para tirar cohetes. Fiel a una línea de cuatro atrás, con la experiencia de Andrés en la portería y de Jorge Pulido (no confundir con Rubén Pulido) en el eje de la zaga, sus onces no están nada definidos, y quizás una de las notas más positivas ha sido la aparición de canteranos como Anglada, Tomeo, Kevin o Diego Aznar.
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