Un buen final siempre es emotivo. Emociona. Las cosas no son como empiezan, sino como acaban. Que les pregunten a los seguidores del Málaga al filo de las nueve y media de la pasada noche sabatina. En el minuto 86 de su reaparición en ... Segunda caía el 1-0. Y cuando el asturiano Areces Franco pitó el final, a celebrar el 1-2. Tres puntos, tres, de estreno en el Ángel Carro de Lugo. Para la posteridad queda el marcador, la victoria. Realmente eso es lo que importa.
En el fútbol, más que el factor suerte, deciden los fallos. Así sucedió hace tres días en tierra gallega. El Málaga que vimos tuvo dos caras, como le cantaban a la luna. Dicen que de las derrotas se sacan conclusiones positivas para evitarlas. Permítaseme un juego de intenciones. De esta victoria hay que extraer un resumen negativo para mejorar el equipo. Sí, ya, en estas circunstancias se trabaja muchísimo mejor. En el equipo que vimos hay mucho que mejorar técnica y tácticamente.
En fin, vayamos con lo bueno por delante, empezando por los tres puntos. Me gustó el guardameta Munir, que en el minuto 54 realizó el paradón del partido a remate del local Muñiz en regalo tombolero de la defensa. Estuvo decidido y seguro en las salidas en balones aéreos. De agradable sorpresa califico la actuación del joven canterano Harper; aun cuando durante el primer tiempo actuaba de 'llanero solitario', tuvo detalles a tener en cuenta. En la segunda fase, con otro sistema no 'amarrategui', se vio más acompañado y pudo redondear una sobresaliente actuación. ¡Ojo con este chico! Donde tantos se estrellan, apunta alto. Su compañero Hicham, que entró en el minuto 70, tiene fútbol de quilates en sus botas, con apuntes de jugador veterano a su veintena de años. La jugada del empate hay que calificarla de genial. Dos jóvenes valores del seno del club. Y van…
Capítulo aparte para N'Diaye. Excelente fichaje. Ya explicarán cómo el Málaga les ha ganado el pulso a clubes de Primera que lo pretendían. Un gran profesional que el pasado sábado se encontró muy solo en su línea. A pesar de la lógica falta de ritmo y el desconocimiento de sus nuevos compañeros, se multiplicó en su labor, tanto que tuvo que incurrir en faltas para evitar males mayores. Rubricó su presentación con un golazo de cabeza, marcando los tiempos, en un centro de Luis Hernández. El Málaga, que esta temporada cuenta con una baraja de elementos altos, tiene bien ensayadas las jugadas a balón parado. Sin jugar bien, creó peligro en este apartado de notas positivas.
¿De lo negativo? Con el triunfo me parece que fueron pesadillas. Desalentador durante la primera parte, con jugadores que presionaban muy atrás, facilitando espacios al contrario. Demasiadas concesiones delante de la defensa, con Recio en una de las tardes más desafortunadas que le he visto. Si el Lugo, que no evidenció mejores cosas, hubiera practicado diagonales, yo qué sé. Otra. Cuarenta y cinco minutos con la defensa sin elasticidad ofensiva, especialmente por las bandas. A modo de superación, Muñiz tiene trabajo por delante. Pero resulta agradable corregir errores con tres puntos de tres. Los malos momentos pasados se evaporaron con el cabezazo de N'Diaye. Pero tampoco se olvidan.
Antes del encuentro en Lugo, el número de abonados del Málaga había superado los 18.000. Es una cifra importante si valoramos la cantidad de circunstancias negativas que acucian al club. La afición en general, con una media de edad joven, vuelve a demostrar sus sentimientos futboleros. Décadas atrás, en brillantes ligas en Primera, con muchos malagueños en el titular, llegar a 12.000 socios era un gran registro. Entonces, la base principal para la subsistencia de la entidad –traspasos, como siempre, aparte– eran los ingresos de los socios abonados. Hoy, lo que aportan los que sienten y quieren al club de verdad resultan recaudaciones más o menos complementarias.
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