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Alfonso Herrero volvió a hacerlo. Y van tantas a estas alturas del curso que resulta complicado contar las veces que el guardameta toledano ha salvado al Málaga en este medio año, desde que debutara oficialmente con el escudo del cuadro de Martiricos serigrafiado en el ... pecho. Faltan dedos para hacerlo. Sus grandes actuaciones de cada domingo (y también algún sábado, caso de este último partido) no son noticia. O sí, con los datos en la mano. En el Nuevo Mirador, escenario del último empate del Málaga, entró en las páginas de la historia de la joven Primera RFEF: consiguió el récord de imbatibilidad de la categoría, que nació hace tres años para reemplazar a la ya extinta Segunda B, con 611 once minutos sin recibir un sólo gol, superando los minutos que acumulaba Biel Ribas (610), el meta del Talavera de la Reina, la pasada temporada.
El apartado defensivo es una de las pocas lecturas positivas que saca el Málaga de su empate en el Nuevo Mirador, el segundo consecutivo que cosecha a domicilio tras hacer lo propio ante el Sanluqueño, también en tierras gaditanas. No en vano, el manchego tuvo trabajo durante el partido, salvando al Málaga hasta en dos acciones que se presentaron claras para el Algeciras. La primera fue en el minuto 16, cuando Zequi Díaz, uno de los más incisivos del cuadro albirrojo, se plantó solo en el área tras un pase filtrado de su compañero Dani Merchán. El '7' del Algeciras disparó potente y alto al palo corto cuando el toledano sacó el tiro con las dos manos. La segunda, de Mario García, cuando ya había madurado el segundo tiempo, que se anticipó a la defensa tras un pase al hueco. El meta dio dos pasos al frente, puso el cuerpo y repelió el nuevo lanzamiento. Eso, y otras intervenciones menores para sellar la que acabó siendo sexta portería a cero consecutiva.
Si el Málaga hace los deberes semana tras semana en algún apartado del juego es atrás, en la retaguardia. Es el equipo menos goleado del Grupo 2, con sólo 19 tantos encajados, afianzándose en este aspecto gracias al buen hacer de su portero y de su línea defensiva, claves también para paliar las ocasiones de las que gozó el Algeciras en una de las citas más especiales del curso para el cuadro gaditano. Nelson y Galilea se consolidan en el centro de la zaga semana tras semana gracias a actuaciones de mérito, tanto en el aspecto meramente defensivo como a la hora de poner el primer ladrillo en ataque, ayudando en la construcción del juego, mostrándose muy seguros en el pase.
Alargando la mirada, más allá de lo que ocurra en el césped cada fin de semana, también se presenta como uno de los líderes del vestuario. Su veteranía y experiencia (tiene 29 años, pero está en un vestuario que brilla por su juventud) le hacen ser una referencia para el resto de compañeros. También para los más pequeños en las gradas, como se evidenció en el último entrenamiento a puertas abiertas del equipo, en Semana Blanca, con ellos gritando su nombre durante la hora larga que duró la sesión. Pellicer elogió, en la previa al duelo ante el Algeciras, la competencia que tiene con Carlos López: «Estamos muy contentos con los dos y con lo que transmiten». Además, bromeó con algunas de sus manías y supersticiones. «No me gusta elogiar mucho a los jugadores que cuando lo hacéis siempre se lesionan», comentó.
Curiosamente, esta no es la primera temporada de Alfonso en suelo malagueño. Jugó en el Marbella en la primera temporada pospandemia, la 2020-21, que también fue la última de la Segunda B. Fue titular a lo largo de la temporada y también durante toda la fase de descenso, esa que concluyó con el descenso del Marbella a Tercera RFEF. Su segunda aventura en suelo costasoleño está resultando bastante más exitosa hasta el momento.
El club hizo una fuerte apuesta por traerlo en verano tras la salida de Rubén Yáñez rumbo a la categoría de plata, uno de los pocos jugadores que se acercaron al listón en una temporada para olvidar. También apostó por el cuadro de Martiricos el propio meta, que quedó libre tras jugar en el Mirandés y bajó una categoría para ponerse al servicio del Málaga. La simbiosis es evidente. El jugador se consolida como uno de los grandes nombres de la categoría y el Málaga se nutre de un portero que demuestra cada fin de semana ser uno de los mejores de la Primera RFEF. En Algeciras consiguió convertirse en el mejor guardameta de su historia.
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