Mariano Pozo

Guede, del riesgo a la autocrítica

Ojo de Halcón ·

Al margen del pésimo arbitraje, el técnico asumió que su deseo de no renunciar al ataque lo llevó a equivocarse y a convertir el partido en una «locura» que benefició al rival

Lunes, 25 de abril 2022, 00:18

Que el arbitraje de Iglesias Villanueva fue nefasto el sábado hasta desquiciar a los jugadores del Málaga resulta innegable. Pero la derrota ante el Eibar ( ... 1-3) estuvo condicionada por dos decisiones del gallego nada discutidas por Pablo Guede y también por el excesivo riesgo adoptado por el entrenador en determinadas decisiones. Eso sí, esto hizo autocrítica en su valoración posterior del encuentro.

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«Si expulsaron a Escassi es porque algo había», recalcó Guede para admitir que la falta a Rahmani que desembocó en la roja al malagueño era ocasión manifiesta de gol (consecuencia de que el otro central, Peybernes, encogió la pierna inexplicablemente en un balón 'dividido'). Después, el penalti en contra que supuso el empate fue resuelto por el VAR, que demostró a través de las imágenes un golpeo en el área de Febas a Corpas.

Con todo, sí llamó poderosamente la atención que Guede optara por la autocrítica en su comparecencia ante la prensa. Durante la temporada han sido pocas estas muestras de reconocimiento de errores propios (escasas por parte de José Alberto y nulas en el caso de Natxo González durante los diez partidos de este). El hispanoargentino es amante de los cambios de sistema y de las variantes tácticas, pero en ocasiones, como se suele decir, se le va la mano.

Goles en contra calcados

«Lo que no quise es renunciar nunca al partido. Visto el resultado no me salió bien, pero no quería renunciar al ataque. En un momento del partido todo fue una locura». Esta reflexión muestra la tremenda ambición con la que Guede suele afrontar los encuentros y que en ocasiones le juega una mala pasada. Le ha ocurrido en ocasiones en su trayectoria y aquí, ya en su periplo europeo, se observó en su estreno (frente al Valladolid) y este sábado (contra el Eibar). Es decir, frente a dos rivales muy poderosos en el plano ofensivo, firmes candidatos al ascenso directo (completa la terna el Almería) y que aprovecharon esa «locura» de la que hablaba el entrenador blanquiazul para aludir al correcalles en el que se convirtió el duelo. No puede quedar en el tintero que las acciones determinantes en ambas citas fueran idénticas. El 2-2 del cuadro pucelano se produjo por las concesiones en la banda izquierda (las dificultades de Febas para seguir a Plata) con un centro que remató Weissman. El 1-2 de los armeros llegó también por ese flanco por la inferioridad numérica para neutralizar el envío lateral que culminó Fran Sol de cabeza.

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En un análisis muy simplista se podría afirmar que Guede optó de salida por el 'cuadrado mágico' de Pellegrini (con Febas y Brandon por dentro entre las parejas Jozabed-Ramón y Antoñín-Vadillo) y que recurrió en la segunda parte a un 4-3-3 que más bien parecía aquel planteamiento casi suicida del efímero Jesualdo Ferreira, con un solo medio centro y dos interiores nada dotados para la aplicación táctica.

La apuesta inicial desconcertó al entrenador y a los jugadores del Eibar. Fueron llamativas las instrucciones del segundo entrenador, Bravo, al meta Dani Martín para que golpeara en largo cuando la presión del rival fuera alta. Brandon se sumaba arriba a Vadillo y Antoñín y así se disponía de superioridad con los centrales mientras Febas no se quedaba muy lejos para optar a una segunda jugada. La lástima para el Málaga fue que se desperdiciaron varias llegadas, especialmente un disparo flojo (a colocar, no a romper) de Cufré.

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El contrapunto se vivió en la segunda parte, cuando Guede desnudó el centro del campo. Con un futbolista menos, trató de ganar llegada con Paulino y Kevin como escoltas de Brandon y Vadillo, pero en realidad lo que hizo fue conceder demasiado a un rival muy fuerte físicamente. La contención fue demasiado débil pese al esfuerzo de los futbolistas (como les sucedía a Fernando y Eliseu en aquella extraña apuesta del primer entrenador de la 'era Al-Thani'). Recordó bastante a aquel fallido cambio de sistema de José Alberto en El Molinón tras el descanso (de 4-4-1 a 5-3-1) en un partido condicionado por otra roja a Escassi.

Frente al Valladolid la corrección consistió en variar el sistema y protegerse mejor para mantener el empate. Sin embargo, el sábado el 1-2 llegó ya muy tarde (en el minuto 78), con un futbolista menos, con varios de ellos exhaustos (Brandon o los referidos Kevin y Paulino) y, tras no apuntalar la medular con otra variante (adelantar a Genaro), casi sin opciones en el banquillo. Sin centro del campo, el Málaga contribuyó a esa «locura» de la que claramente se benefició el Eibar. Por eso, al margen de la pésima actuación de Iglesias Villanueva, Guede hizo autocrítica tras asumir demasiado riesgo.

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