El entrenador del Málaga, Pablo Guede, contempla agachado desde su área técnica el partido contra Las Palmas. MARIANO POZO

Guede, en su laberinto

El técnico del Málaga y sus decisiones sobre la forma de jugar del equipo acaparan las críticas tras el errático inicio liguero

Miércoles, 24 de agosto 2022, 00:11

Cuando parecía que todo iba a ir mejor en el Málaga después de completar una revolución en su plantilla y conseguir fichajes reconocidos e ilusionantes, ahora resulta que la nueva maquinaria no termina de funcionar tampoco y se agudiza la desesperación. El entorno del cuadro ... blanquiazul viene de sufrir una temporada horrible y sigue sin ver luz al final del túnel. Tras las dos decepcionantes primeras jornadas (derrota por 1-0 en Burgos y humillación por 0-4 contra Las Palmas), quien acapara las críticas es el que se encuentra a los mandos.

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El entrenador, Guede, centra las miradas y es cuestionado por sus decisiones sobre el juego del equipo, que ha sido anárquico y errático en las dos primeras jornadas de la Liga. Una evidencia que el propio preparador argentino ha encajado sin paños calientes, aunque también sin respuestas demasiado convincentes sobre la situación y sus posibles soluciones. Más bien ha demostrado ser reincidente en el error. «No nos salió nada», reconoció sobre el encuentro en Burgos. «Soy el culpable; uno también se equivoca», se disculpó tras el enésimo chasco en La Rosaleda contra Las Palmas, después del que abrió una puerta a nuevos cambios para enderezar el rumbo. Primer paso.

Las modificaciones se antojan urgentes porque pocos esperaban un inicio de campaña tan frustrante y decepcionante, y corre el riesgo de convertirse en un círculo vicioso dañino para el club. Guede tendrá que encontrar pronto una salida a la especie de laberinto en el que se encuentra atrapado por la confrontación entre sus convicciones y las necesidades reales que plantea la competición en sus primeras pruebas de fuego. Ya no se trata tanto de un problema de plantilla, aunque esta también genera dudas porque no está del todo compensada, sino de una disyuntiva táctica, una materia menos popular, pero que en este Málaga resalta a la vista.

El empecinamiento del técnico de priorizar el juego interior y presionar muy arriba despoblando la defensa está condenando al equipo

El empecinamiento del técnico de priorizar el juego interior y presionar muy arriba despoblando la defensa está condenando al equipo

El empecinamiento de Guede de priorizar el juego interior (un sistema sin extremos) y de presionar muy arriba despoblando la línea defensiva está condenando al equipo. Las Palmas lo dejó en evidencia consiguiendo sus goles por la vía del contragolpe y la superioridad numérica. Mientras se ven pruebas de una mejoría en ataque, los problemas saltan a la vista en materia defensiva. Aunque no hayan llegado aún los goles, las ocasiones con claridad se han multiplicado con Rubén Castro, Fran Sol, Febas y Álex Gallar. Sin embargo, a la hora de defender el caos se acrecienta y el equipo peca de falta de orden y sobriedad.

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La defensa, primer paso

Así llegó la goleada de Las Palmas, que logró plantarse con más jugadores frente a la defensa malaguista en la mayoría de sus tantos. «Estuvimos descolocados», llegó a valorar el central Juande después del partido ante el conjunto canario. Por lo tanto, esta es la primera misión de Guede: aclarar las ideas en defensa y ser más fiables. Es una máxima necesaria para aspirar a algo en una categoría como Segunda División, donde casi todos los rivales cuentan con un suficiente entramado defensivo que en algunos casos llegan a compensar la falta de pólvora arriba. Y el Málaga, antes de esperar a que sus delanteros rompan a marcar, debe darle una importancia vital a su defensa.

Por más que esto vaya en contra de la idea de juego valiente y alegre en ataque de Guede, la sobriedad defensiva es fundamental para frenar la hemorragia. En cambio, el Málaga se está mostrando dubitativo en este sentido. Guede dispuso en Burgos una línea de cinco jugadores atrás, con tres centrales y dos carrileros. No funcionó y decidió pasar a línea de cuatro jugadores contra Las Palmas, incluyendo en sus cambios dos 'banquillazos' a los 'carrileros' Juanfran y Javi Jiménez, que si bien no estuvieron bien en El Plantío, supone un giro de timón sorprendente viendo que el rendimiento general en la primera jornada fue bajo para todos.

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Sin un once tipo

Los sustitutos tampoco transmitieron mucho más. Por Juanfran entró Bustinza, que en el primer partido ejerció de central y pasó al lateral derecho; y por la izquierda jugó el canterano Víctor Olmo, el único opositor a Javi Jiménez por ese puesto. Y aunque sean movimientos lógicos, quizás son demasiado radicales, algo que no ayuda para formar una defensa poderosa. Tampoco para llegar a conseguir un once de garantías que represente al equipo esta temporada y sea reconocible. Este es uno de los retos cara a la siguiente cita, el sábado frente al Mirandés EnAnduva (19.30 horas), y para el próximo mes de competición con el fin de acabar con las turbulencias en el aterrizaje de este curso.

Una vez el grupo sea capaz de mostrar solidez y control de los partidos podrá crecer hacia arriba y no atacar de forma precipitada. Aunque Guede considera que antes del 0-1 contra Las Palmas el Málaga cumplió con el plan previsto, lo cierto es que el equipo blanquiazul no mostró la solvencia necesaria. Ganó duelos (destacó Genaro) y agobió al conjunto amarillo en su salida del balón, pero fue una sensación de superioridad efímera. Apenas tuvieron el manejo del balón y la falta de engranaje también arriba provocó más de un malentendido en cuanto a las posiciones como ocurrió entre Álex Gallar y Jozabed. Un cúmulo de insuficiencias que tampoco permite al Málaga dar rendimiento a su mejor pieza ofensiva, Rubén Castro. Si la idea es jugar para él, esto aún no se ha conseguido. Pero si ha dejado claro que las pocas veces que aparece genera las mejores ocasiones.

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