Mañana le toca comparecer a Víctor. Probablemente si no fuera una cita obligada, impuesta por LaLiga, al madrileño le gustaría ahorrársela. Pero no porque quiera escurrir el bulto cuando se le empiece a preguntar por la situación del club (ya se sabe la 'lección' y ... está baqueteado), sino porque apenas se va a hablar de fútbol y del encuentro frente al Almería. Y cuando esto sucede, como en la víspera del estreno liguero, su rictus es otro, la prueba clara de que se siente incómodo.
Víctor trata de poner al mal tiempo buena cara, pero la procesión va por dentro. Ni puede ni debe transmitir su malestar por la situación creada, sobre todo porque ya en la plantilla es suficientemente palpable esa profunda decepción de todos sus componentes. Y si encima la consecuencia ha sido tener en el grupo a tres jugadores que no cuentan con ficha (Iván, Mula y José Rodríguez), peor todavía.
Por eso Víctor es consciente de que está obligado a mirar hacia adelante, a hacer de tripas corazón y a pelear con las armas que el Málaga tiene. Está satisfecho porque las actuaciones de las tres primeras jornadas le llevan a tener la convicción de que nadie va a bajarse del barco y de que la unión va a hacer la fuerza. Además, sentir el aliento del sector más representativo de la afición, el Fondo Sur (como ocurrió el último día de la pasada temporada y se repitió tras el entrenamiento del martes), es otro acicate para enfrentarse a cualquier obstáculo con una tenacidad insuperable.
Esa es la imagen que Víctor transmite (y que va a transmitir siempre), pero por dentro se siente decepcionado. Y no es para menos. Si Míchel y Juan Ramón Muñiz se marcharon del Málaga sin haber cruzado palabra con Al-Thani (no les reconoció las circunstancias nada cómodas en que ambos llegaron), el madrileño sí ha podido contactar con el presidente. De ahí que confiara en él después de una conversación este verano, cuando el equipo estaba concentrado en Estepona y la planificación era ya un auténtico caos. El edulcorante mensaje del jeque le hizo concebir esperanzas...
Víctor ha mantenido esa confianza en Al-Thani casi hasta el final, pero ya en la semana previa al cierre del mercado no lo tenía claro. Después del partido en Santander recibió un mensaje por Whatsapp del presidente (un guasap, término recomendado por la RAE) en el que, además de la felicitación por la victoria, lo tranquilizaba tras la lamentable situación vivida en Santander (con sólo nueve profesionales en la convocatoria) y le decía: «Todo se arreglará». Al final, el entrenador ha podido comprobar en sus carnes que el jeque vive de las promesas incumplidas. Una más en una lista interminable.
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