El gol, la clave de la planificación

Corto de chequera, el Málaga se ha acostumbrado a tener los goles en alquiler. Apenas ha podido garantizarse contratos largos con los delanteros. Sucedió con Sadiku la pasada campaña, cedido por el Levante, que se fue a unos 13 goles (aunque cinco de penalti) que no se recordaban desde los tiempos de Sandro (temporada 2016-17), un futbolista que a la postre no ha sido capaz de acercarse a esas cifras en sus destinos posteriores (Everton, Sevilla, Real Sociedad, Valladolid y Huesca).

Respecto a la campaña actual, no hay ningún delantero atado: Caye Quintana está cedido por el Cádiz, y Orlando Sá, Chavarría y Scepovic, este cuando llegó en febrero, se comprometieron sólo hasta junio. Ahora es el argentino, lesionado de gravedad en la rodilla, pero que podría reaparecer a comienzos de la próxima temporada, el principal objetivo cara a firmar una renovación y dar algo de continuidad a esta línea, mientras que Scepovic también podría estar en los planes, aunque a día de hoy sólo ha sido titualr en un partido tras llegar.

Pero los delanteros han asegurado pocos goles en este Málaga, el que más Chavarría, pero sólo con cuatro (uno más en la Copa del Rey) y a pesar de que se lesionó a comienzos de marzo. Caye sólo lleva dos; Scepovic, uno, y Orlando Sá no se ha estrenado, un bagaje muy pobre. Es sintomático que la responsabilidad la asuman otras líneas: Rahmani y Luis Muñoz totalizan cinco dianas, por cuatro de Juande y dos de Ramón, Jozabed y Joaquín.

Pero al Málaga su promedio goleador no le da para estar aspirando al ascenso. Siendo la mejor defensa del torneo la pasada campaña (acabó con únicamente 33 goles en contra), sus 35 tantos marcados sólo le dieron para luchar por la permanencia hasta casi el final. Su promedio fue de 0,88 dianas por partido y en lo que va de campaña ha mejorado sólo una centésima, a 0,89 (con 33 goles en 37 jornadas).

¿Pero cómo fichar gol? Para Manolo y para cualquier director deportivo en su situación es casi como la cuadratura del círculo. Primero, no se conoce aún el límite salarial; segundo, lo normal es que sólo se puedan asegurar contratos muy cercanos al mínimo de la categoría y, tercero, un buen delantero (al menos cotizado, o con un rendimiento acreditado reciente) es la pieza más cara del mercado. Por tanto, acertar en el punto de mira y, más aún, conseguir un acuerdo duradero, no de un solo año –que vuelva a obligar a una nueva búsqueda meses después–, se antoja una misión harto complicada.