El temor a la vuelta a los orígenes, al fútbol sin VAR, una vez que el Málaga dio con sus huesos fuera del balompié profesional, ... ha tenido un resultado hasta cierto punto paradójico para el cuadro de La Rosaleda. La competición, sin la ayuda de la herramienta tecnológica, parece menos controvertida. No se habla tanto de los trencillas como en la élite. ¿A qué obedece esto? ¿Acaso son mejores los árbitros de esta categoría que los que han llegado al máximo nivel tras duras cribas anuales?
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La respuesta en realidad es más simple. El Málaga ha regresado al fútbol de los 80. Las imágenes más polémicas de los partidos se ofrecen desde una (a lo sumo, dos) tomas, sin ralentizarlas lo suficiente, y todo queda mucho más velado. Si hay errores pasan más inadvertidos. En las competiciones o categorías con VAR asistimos a una curiosa sensación como televidentes: en ocasiones se revisan acciones en las que en directo no se ha advertido nada punible o incorrecto, pero en ocasiones llega la sorpresa, en una falta que precede a un gol, un fuera de juego en la acción previa a un tanto, unas manos en el área...
En Primera RFEF es harto complicado que se produzca esta sensación. Se pita lo que está claro, las decisiones no tienen vuelta atrás, y los jueces de línea ganan protagonismo, porque en el fútbol con VAR todo paece muy teledirigido y hasta tienen la orden de aguardar unos segundos antes de levantar la bandera por 'offside' si no está mínimamente claro.
En definitiva, errores que serían apreciados con la tecnología del VAR, quedan ocultos en Primera RFEF y para el público. También en los resúmenes. Esta es una de las razones de que haya menos polémica en torno a los arbitrajes. La otra es la calidad de las realizaciones. Un ejemplo claro está en el gol encajado por el Málaga en Melilla, por cierto el único que ha recibido en las seis últimas jornadas, en el que se pudo dudar acerca de un posible fuera de juego, pero la toma tenía una perspectiva (por supuesto, sin que se tracen una línea roja y azul) que no permitía discernirlo con claridad. El pésimo papel del Málaga en el Álvarez Claro desvió incluso del debate esta acción, que en otro tipo de partido podría haber sido más cuestionada. Por eso apenas hay controversia y debate. Ni siquiera sobre la escandalosa segunda amarilla perdonada a Unai Medina, en un agarrón alevoso a Kevin, en la primera parte del duelo ante el Ibiza en la última jornada.
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Sin embargo, en Primera y Segunda el VAR no ha traído paz. Es una herramienta positiva para detectar el fuera de juego (incluso en estos casos hay acciones tan apuradas que también nutren la polémica), pero genera una auténtica guerra para todo lo demás: cuándo entra o no a intervenir para recomendar al árbitro que cambie su decisión, el capítulo de las manos, o el resto de acciones de interpretación, ya sean expulsiones o penaltis. Una trifulca que ha ido a más con la tecnología y que se obvia en Primera RFEF.
¿Recuerdan el nombre de alguno de los trencillas de la categoría del Málaga? Sólo en estos días ha salido a la palestra el nombre de uno de ellos, Pérez Hernández, que dirigirá el Gimnàstic-Deportivo (segundo contra primero) en el grupo 1 este fin de semana y hace meses protagonizó una más que discutida expulsión de Mackay en el Castellón-Deportivo en plenos 'play-off' de ascenso.
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