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SALVADOR SALAS
Fútbol con eco en La Rosaleda

Fútbol con eco en La Rosaleda

La desesperación por el resultado empañó la ristra de experiencias inéditas que se vivieron en el primer partido sin público en la historia en Martirícos

Sábado, 13 de junio 2020, 00:12

Parecía un día cualquiera fuera. Pero dentro, LaRosaleda la vuelta del fútbol por el fútbol, y no por el de ir al estadio, quedar con familiares y amigos, volver a ver al vecino de asiento y disfrutar de una tarde de comunión. La misa de la semana para muchos. La primera prueba al llegar es que los coches seguían circulando por el Camino de la Palmilla. En cambio, cuando es un día de partido normal se convierte en una alameda de camisetas blanquiazules. Ayer, sólo unas vallas alrededor del estadio indicaban algo nuevo. Y tan inédito como histórico. Aunque la puerta cerrada para el público no impidió que un total de seis malaguistas, ni más ni menos, se acercaran a la puerta 18 de La Rosaleda para animar al equipo en su llegada en autobús.

Entre ellos se encontraba Ángel, un bebé de tan sólo dos semanas. Su padre, Francis, vecino de El Atabal, no pudo aguantar en casa. Enfundó a su hijo recién nacido con el escudo del Málaga y se acercó para, desde lejos, transmitir su apoyo a los jugadores, que se intuían tras los cristales tintados del bus. Como una especie de primer bautismo malaguista. «Soy un aficionado acérrimo y tenía que venir», cuenta el padre. La madre, Úrsula, de Marbella, ya se ha convertido también malaguista. «Se lo hemos transmitido a nuestro sobrino, Álex (que también era uno de los seis presentes), y él ahora se lo va a transmitir a su primo, que por el momento no conoce, sólo siente. También se acercaron por allí, bien dispuestos con las camisetas del Málaga, dos jóvenes seguidores con sus bicicletas. Paseo de reconocimiento antes de ir a casa a enchufar la tele.

Se mantuvo la megafonía

Mientras los focos apuntan a esta escena en los prolegómenos del encuentro, el ajetreo en los accesos es constante. Todos con mascarilla y guantes, pasan por la última prueba antes de poder acceder al estadio: el termómetro. Una vez dentro, cada uno se ocupa de colocarse en su sitio con disciplina y pulcritud. No vale menearse de su asiento, que en muchos casos están marcados con una cruz. Siempre buscando evitar el contagio y las dudas sobre el protocolo. La acción no llega al campo hasta que suena 'Thunderstruck' de AC/DC. Los jugadores malaguistas seguro que agradecieron que al menos ese tradicional gesto que anuncia la salida al campo para el calentamiento se conservara.

A pesar de algunos momentos de tensión del partido, fue imposible evadirse y olvidar el profundo vacío de la grada

En el campo se escuchó algunas de las reacciones de los jugadores: «Esto es de locos», dijo Juan Carlos en la expulsión de Lombán

También estuvo el 'speaker', que cantó las alineaciones como si el campo estuviese lleno, con las pausas habituales que esta vez quedaron huecas porque normalmente se llenan con los gritos de los aficionados. Pero, aunque estos no estuviesen, el partido entró en tensión muy temprano. Primero por el gol del Huesca, que llegó a los cinco minutos y con suspense del VAR incluido, porque en un primer momento el asistente vio fuera de juego. Y segundo, porque desde el principio el Huesca propuso un juego de contacto muy fuerte. Empezó Ferreiro con una patada a Juanpi que retumbó, y se terminó por instalar la agresividad con una incomprensible patada por detrás de Juan Carlos, del Huesca, sobre Tete Morente.

Fue ahí cuando los banquillos de los dos equipos entraron en juego y se convirtieron en una especie de afición. De la grada, donde se ubicaron los doce suplentes de cada equipo para poder asegurar la distancia de seguridad, llegaban las primeras protestas al árbitro y los primeros gritos de ánimo a los propios compañeros. También, de forma puntual, a más de uno repartido por el campo le pasó que no pudo contener la rabia y puso el grito en el cielo. Sobre todo cuando Lombán fue expulsado, ya en la segunda parte. «Esto es de locos», se escuchó decir de forma nítida a Juan Carlos, muy enfadado con el árbitro. Desde la grada se escuchaba cómo se le pedía al colegiado que revisara la jugada y se arrepintiera de la roja. No menos curioso fue el momento donde Moreno Aragón decidió ir al monitor del VAR para revisar lo que luego fue señalado como penalti de Diego González. Ambos equipos se reunieron en torno al colegiado para defender su terreno. La reacción malaguista fue de total incredulidad. También porque es difícil de creer la mala pata de irte al descanso perdiendo por cuestión de segundos.

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Para los comunicadores, que pudieron acceder a su sitio habitual en la última fila de la grada de Tribuna con un representante por medio, era como tener la jugada y el comentario (el más sincero y visceral) de los jugadores al instante. Aunque es justo, siendo respetuosos, cumplir con aquello de lo que pasa en el campo se queda en el campo con el grueso de lo vertido durante los 90 minutos. Y durante unos minutos de la primera parte, cuando el Málaga logró reponerse del gol en contra y así le vino la ocasión del penalti para empatar, la dinámica del partido hizo disimular un poco las circunstancias.

Aunque fue imposible olvidarse al cien por cien de lo del profundo vacío en las gradas. Y para colmo, los aplausos enlatados que reprodujeron por la megafonía en el minuto 20 como parte de la iniciativa de LaLiga, Aplausos Infinitos, sonó más a cuando el granizo golpea un techo de chapa que a los aplausos que envían los aficionados durante la semana con muy buena intención. Donde más se guardaron las formas fue en el palco, donde no faltó José María Muñoz, el administrador judicial. Junto con el consejero Francisco Martín Aguilar recibieron a la directiva visitante. Fue una jornada llena de detalles que se verá empañada por un capítulo más de desesperación.

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