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El fútbol acumula año tras año decepciones de jóvenes que se sienten capacitados para triunfar en este mundo y finalmente no lo consiguen. Y luego apenas existe una segunda oportunidad. El tiempo pasa muy rápido y las opciones de cambiar el destino son muy escasas. ... Pero en algunos casos la recompensa, el premio, llega de otra forma, desarrollando otra labor que puede ser tan gratificante como jugar. Es el caso de Dani Lima, al que se le cerró la puerta del éxito como guardameta recién acabada su etapa juvenil tras un grave accidente de automóvil en el que se fracturó los dos brazos y un dedo. Pero el fútbol ha querido hacerle justicia y ahora dispone de su segunda gran oportunidad como preparador de porteros del Málaga con tan solo 27 años. «Supone una gran alegría, un sueño, para mí», afirma en una charla con este periódico.
Militaba en el cuadro de División de Honor juvenil del Málaga cuando ponía a su fin a su etapa como canterano. Los últimos meses fueron ya accidentados, con diversos problemas y la fractura de un dedo en el último partido. Finalizaba su compromiso con el club de Martiricos y tenía ya un acuerdo con el filial del Numancia para seguir con su carrera deportiva. Pero en esas vacaciones veraniegas, en un fatídico viaje a tierras gaditanas comenzó la pesadilla: «Íbamos a la playa. El accidente fue en Conil, en dirección a Tarifa. Paramos en un supermercado y después seguimos. Y luego desperté en el hospital con los dos brazos escayolados». Después de varias vueltas de campana, salió despedido del coche y se fracturó los dos brazos, el radio en ambos casos, y también un dedo pulgar, el que tenía sano tras su incidente del final de temporada. «De hecho, estaba de vacaciones todavía con los puntos por la intervención del pulgar de la mano contraria», añade.
Debut con el filial
En el segundo año juvenil había debutado ya con el filial malaguista, pero su trayectoria quedó truncada un mes de julio que nunca se olvidará. «La verdad es que ese día, pese a todo, lo recuerdo ahora como un cumpleaños más, ya que pudo ser mucho peor», explica. «Tuvieron que operarme después y me quedé ya sin equipo. Me recuperé más tarde con el Málaga, donde me ayudaron mucho. Me puse en forma con Paco Ruiz», subraya, a la vez que recuerda que la temporada estaba ya perdida. «Incluso, me fui al San Andrés para coger forma, pero estaba desilusionado y sin confianza», afirma sobre sus peores momentos después del frenazo a su gran trayectoria, justo después de su etapa como juvenil. «Pasé un año de transición, pero después me llamaron del Málaga otra vez, pero en este caso para entrenar a los porteros infantiles y cadetes», destaca. Comenzaba ahí a gestarse su nueva etapa, su segunda gran oportunidad en el mundo del fútbol.
La suerte estaba cambiando, aunque fuese de otra forma y a ritmo lento, formándose como monitor, como preparador de porteros. Pasaron algunos años y la progresión, como en la anterior etapa, estaba siendo óptima en este nuevo cometido. Llegó hasta donde lo había hecho antes como portero, al equipo de División de Honor juvenil. Y después le llegaron las inesperadas oportunidades. Primero en el filial, con Sergio Pellicer al frente del equipo, y finalmente, con 27 años, en el primer equipo del Málaga, también con el mismo entrenador. Ahora tiene que entrenar a Munir, un meta internacional y cuatro años mayor que él. «Es un portero 'top'. Espectacular. Creo que lo tiene todo. Destaca por su envergadura, potencia de piernas, agilidad, rapidez, por la toma de decisiones, en el juego con los pies... Desde que llegué, todo es perfecto con él. Es muy exigente en los entrenamientos, un gran profesional. Es asombroso cómo piensa y cómo actúa», explica Dani Lima, que elogia también a los filiales Kellyan, Gonzalo y Dani, que trabajan ahora con el cuadro malaguista en esta 'pretemporada'.
Etapa inédita
El preparador de porteros del Málaga afronta con una ilusión muy especial una etapa que, además, es especialmente complicada, inédita en el mundo del fútbol. «Hemos trabajado desde la casa. Al principio, en la vuelta, teníamos unas sesiones muy largas. Ha sido distinto, raro, por la situación, pero bien, porque hemos podido hacer todo lo previsto. Aunque hicieras en tu domicilio el mismo trabajo que en el campo, nunca es lo mismo. El tacto con el balón, los blocajes...», analiza, a la vez que admite que los porteros pueden ejercitarse a un gran nivel en sus domicilios: «Físicamente están muy bien. Pero ellos pedían más y más. Han llegado muy bien también de peso. En casa se pueden hacer muchas cosas: desplazamientos en corto, trabajo del tren superior, brazos, sentadillas, potenciación de piernas... Es complicado, pero se pueden hacer muchas cosas...».
Cuando jugaba, Dani tenía como ídolos a los clásicos de ese momento, si bien justifica las razones por las que los admiraba. «Me fijaba mucho en Casillas en ese momento. Era el icono de los porteros, pero me gustaba mucho Víctor Valdés por el juego de piernas que tenía, cómo pensaba, cómo encimaba...», señala, mientras que no tiene muy claro si el guardameta es medio equipo: «Creo que es muy importante, porque es el que controla todo desde atrás. La información que aporta es fundamental. No sé si el 50 por ciento, pero sí una parte fundamental». Y así sigue su nuevo camino al máximo nivel. Aprovechar la nueva oportunidad se presenta ahora como el objetivo.
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