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La complicada situación del Málaga a día de hoy debido a su bajo tope salarial (2,5 millones) no merma el estado de ánimo de los componentes de la dirección deportiva encabezada por Manolo Gaspar. Todos ellos ya tenían asumido desde hace meses que las dificultades iban a ser enormes y que el club iba a estar en clara inferioridad para competir con los otros conjuntos de Segunda. De ahí que el ex lateral derecho blanquiazul diseñara un plan para la configuración de la plantilla, más concretamente para las incorporaciones a realizar.
A finales del año pasado, cuando el panorama pintaba feo por las limitaciones económicas, el escaso número de efectivos profesionales y también la ruptura entre la plantilla y el cuerpo técnico encabezado por Víctor, Manolo mostraba su habitual optimismo. «Esto lo sacaremos adelante seguro; saldremos de esta», recalcaba por los pasillos de La Rosaleda. Y esa vitalidad del paleño se mantiene hoy por hoy pese a los obstáculos de calado que aparecen en el camino. Probablemente porque trabaja codo con codo con el administrador judicial, José María Muñoz, que le da garantías constantemente de que existen fórmulas para la obligada reestructuración de la plantilla por motivos económicos.
De no ser así, de no contar con ese respaldo de Muñoz (apoyado este último, obviamente, en el juzgado cuya titularidad ostenta María de los Ángeles Ruiz González), Manolo no tendría margen más que para negociar 'por las buenas' las salidas de los futbolistas cuyas fichas son inasumibles. Pero el actual director deportivo se mueve entre bambalinas para tratar de sacar partido a decenas de informes elaborados durante la temporada. Rara fue la ocasión en que, aprovechando un viaje para ver in situ al equipo, buscaba partidos de Segunda B a escasa distancia para seguir de cerca a futbolistas que pudieran interesar. Incluso, marcharse un día antes que la expedición o regresar un día más tarde. Era consciente de que el Málaga iba a estar en 'economía de guerra' y había que fijarse en mercados muy definidos.
Por esa razón, pensó desde el primer momento en dos fases para cerrar las incorporaciones al equipo. La primera está en marcha desde hace semanas y con ella el director deportivo busca apalabrar a varios futbolistas (tres o cuatro) para cuando sea factible inscribirlos. No todos los jugadores –y sobre todo sus agentes– están dispuestos a dar el paso, pero en muchas situaciones pesan el nombre del club, la ciudad y la afición. Son casos como el del malagueño Escassi, que está dispuesto a esperar lo que sea necesario para cumplir su sueño de jugar en el primer equipo de su tierra una vez se desvincule del Numancia. Tanto él como otros objetivos del Málaga saben de primera mano que el anuncio oficial de su fichaje sólo se producirá cuando el club pueda inscribirlo ante LaLiga y que esta situación puede prolongarse más de la cuenta, hasta que la patronal de clubes dé el visto bueno porque la entidad de Martiricos se haya desprendido de un lastre enorme en cuanto a emolumentos de sus actuales futbolistas.
Y si el primer objetivo es tener cerrados a determinados futbolistas que suplan de inmediato las bajas que vayan produciéndose –para que el trabajo de Sergio Pellicer no se vea perjudicado– el segundo es estar al acecho de todos aquellos jugadores que puedan quedar descartados en Primera en pocas semanas, cuando empiece septiembre y los clubes traten de reducir el número de efectivos en sus plantillas o busquen acomodo a algún joven valor para que mantengan su progresión. Ahí Manolo trata de hacer valer el mensaje de que el Málaga es la mejor opción para que un futbolista crezca con minutos y en una liga competitiva como la Segunda División. No es tarea fácil, pero el paleño se muestra internamente muy optimista.
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