Fallece Pepillo Benítez, exportero del Málaga y alma máter de los veteranos

«Fíjate si era bueno que fui el primer portero malagueño al que fichó el Málaga», solía decir Pepillo, al que por su tez morena lo apodaron pronto 'Pepillo el negro'. Él, como todo en la vida, se tomaba a guasa ese mote. Siempre que se producía un acto de reconocimiento del Ayuntamiento a un veterano (Pipi, Migueli, Viberti, Benítez...) se juntaba con Ben Barek -al que llamaba jocosamente 'el hermano de Schuster'- y apuntaba: «No os olvidéis de que los primeros que tuvimos calle fuimos este y yo. Ahí está calle Los Negros».

No tuvo suerte Pepillo en el Málaga, porque en sus dos temporadas (56-57 y 60-61) coincidió nada menos que con dos grandes, Del Río y Américo. Fue en su etapa uno de los grandes porteros de la geografía andaluza, siempre con ofertas cada vez que terminaba cada temporada, y pese a que nunca llegó a debutar como blanquiazul sus excompañeros coincidían en destacarlo como «el suplente más importante en la historia del Málaga». Sus ocurrencias y su compañerismo tenían más valor que cualquier parada. «Ya me lo dijo un entrenador: 'Pepillo, es usted un fenómeno. Es ágil bajo los palos, sale bien por alto, es rápido e intuitivo… El único problema es que el balón nunca coincide con sus manos'», era uno de sus memorables 'recuerdos'.

Pero la dimensión de Pepillo Benítez fue más allá del terreno de juego. Poca gente lo sabe, pero él estuvo detrás de algunas frases de aquellos memorables 'sketches' del Dúo Sacapuntas, en aquella escena en la que Manolo Sarria ejercía de entrenador y Juan Rosa aparecía con una camiseta que le llegaba a los tobillos. Pepillo solía decir que la peor lesión que sufrió fue en los dedos «porque me los pisó un 'linier' cuando estaba sentado en el banquillo» o que estaba tan habituado a ser suplente que el banquillo lo había alicatado y que había colgado unas macetas.

Era Pepillo Benítez un tipo inigualable que hasta bromeaba con el otro Pepillo, el gran Pepillo García Castro. «Dicen que tú eres el bueno, pero no tienes un apodo como yo», le decía mientras el que fuera inolvidable delantero no podía contener la risa. O incluso con la muerte. Cuando salía en un reportaje en SUR siempre me llamaba con la misma petición: «¿Cómo estás, chaval (para él siempre fui 'el chaval'? Guárdame el periódico, que ya sabes que los guardo para forrar el ataúd». O aquella vez que llegó a la Redacción para la presentación de nuestra 'Historia del Málaga'. Venía acompañado de los veteranos más veteranos y provocó una carcajada cuando espetó: «Aquí vengo con estos, que me han dejado el coche con un tufo a crisantemo...».

Es imposible relatar la infinidad de ocurrencias de Pepillo Benítez porque habría que emplear diez o doce páginas o, en la web, se podría leer aquello de 'Tiempo estimado de lectura: 75 minutos'. Pero debe quedar en la historia no sólo por esa condición de gran bromista, indudable animador en aquella reunión de los veteranos, sino por ese papel tan relevante que juega un suplente para que un equipo funcione. En este aspecto, pese a que no pudo debutar en el Málaga, fue el mejor de la historia. Y podrían corroborarlo todos aquellos que ahora lo esperan, que sintieron su carisma y que ahora se deleitarán junto a él. Estar junto a Pepillo Benítez era respirar vitalidad. Ese es otro legado que nos deja un tipo tan inigualable y maravilloso como José Benítez González.

Los restos de Pepillo Benítez se encuentran en el cementerio de Parcemasa, en la sala 6, y la misa de despedida está prevista para las 14.00 horas de este miércoles en este mismo recinto.