Nuevo varapalo para el malaguismo. Este martes ha fallecido a los 81 años (cumplidos hace poco más de un mes) uno de los extremos más carismáticos de la historia del equipo blanquiazul, 'Chato' Aragón. Problemas físicos que se habían acentuado durante este año han precipitado el adiós de uno de los futbolistas más queridos por la afición y unánimemente elogiado por sumar a sus virtudes técnicas una entrega sin límites. Ya el pasado mes de febrero, durante un almuerzo en recuerdo de Antonio Benítez, fueron evidentes los problemas físicos de Santiago Aragón (padre del exjugador del Real Madrid).
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Él mismo, siempre tan bonachón, me apuntaba entonces: «Llevo dos bastones, este que ves y a Pepe». Se refería a otro extremo prodigioso que tuvo el Málaga, el recordado Álvarez (Alvarito para los aficionados). Porque este último acudía todos los días a la casa de Aragón, en calle Manrique (paralela a Cristo de la Epidemia), en busca de su amigo para obligarlo a salir de paseo. Una muestra más de ese compañerismo que caló tan hondo entre aquella generación de jugadores de finales de los 60 y comienzos de los 70 que en realidad acabó por convertirlos en hermanos.
Aragón tenía varios en ese grupo: Montero (su compadre, fallecido en un trágico accidente de tráfico), Robles (durante varias horas, en la vuelta de un recorrido por el Camino de Santiago, le ocultaron su repentina muerte por el mazazo que iba a suponer para él), el referido Álvarez, Benítez, Migueli, Ben Barek y, cómo no, Viberti. Precisamente de Aragón y Viberti se recuerda una de las anécdotas más imborrables, aquella que se produjo cuando después de una parada para almorzar de regreso a Málaga el entonces entrenador, Jëno Kalmar, preguntó: «¿Está 'Vibi'?». Cuando le respondieron que sí, el técnico húngaro añadió: «Pues ya nos podemos ir».
El autobús partió, pero luego tuvo que volver... porque Aragón se había quedado en tierra. «Yo estoy aquí por Benítez. Yo había jugado en los juveniles del Sevilla y vine a prueba junto a un delantero muy alto de La Algaba, ambos recomendados por Pedro Bazán. La decisión que tomaron fue rápida. 'Nos quedamos con el grande', dijeron. Y entonces Antonio saltó y dijo: '¿Es que no habéis visto al chiquitillo?' Y como a Antonio ya se le escuchaba porque veía el fútbol como nadie, se quedaron conmigo, con 'el chiquitillo'….» Así relataba 'Chato' Aragón cómo fue su llegada al Málaga.
Nadie en el club, ni siquiera el propio protagonista, podría imaginar que iba a vestir la camiseta blanquiazul durante ocho temporadas (de la 1964-65 a la 71-72) y que iba a vivir tres ascensos (en 1965, en 1967 y en 1970, en todos ellos como indiscutible protagonista). Después recaló en el Linense, la popular Balona, donde dejó la misma estela de cariño y admiración entre los aficionados después de otras cinco campañas. Pero Aragón ni iba a quedarse en La Línea ni iba a regresar a su lugar de nacimiento, la localidad sevillana de San José de la Rinconada. Ya no iba a moverse de aquí, de la que iba a ser su tierra. «Conocí a mi mujer (Conchi), que es lo mejor que me ha pasado en mi vida», solía recalcar.
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Rápido, habilidoso y siempre sacrificado, hay pocos jugadores en la historia del Málaga a los que sólo basta aludir con su apodo, 'Chato'. De su feliz matrimonio nacieron tres hijos, a cual mejor futbolista. De ellos (Santi, David y Manolo), sólo llegó a la élite el primero, algo que por cierto le costó su salida como entrenador del Atlético Malagueño por la marcha de aquel joven al Real Madrid. En realidad nadie en el club se había decidido a apostar por aquel centrocampista que deslumbraba en el patio del colegio Maristas y en las categorías inferiores del Puerto Malagueño. Fue una decisión tan incomprensible para él como para todos los que conocían la realidad de los hechos y los que veían en él a un extraordinario formador de jugadores.
Ni siquiera esa salida por la puerta de atrás mermó su malaguismo. «No lo entendí, pero lo he respetado siempre. El Málaga me abrió las puertas y me lo dio todo, así que nunca podré quejarme de mi club, de mi casa», me refirió un día, en una de las muy escasas oportunidades en las que habló de aquella situación tan triste para él. Si 'Chato' Aragón ya era conocido como futbolista, después también lo fue como empresario en pleno Centro de Málaga, porque en 1970 abrió junto a su inseparable Conchi en calle Comedías la tienda de moda infantil Modas Mariola, especializada en la venta de trajes de comunión y por la que pasaron miles de malagueños hasta que cerró 47 años después en noviembre de 2017. Aragón era protagonista de innumerables anécdotas.
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Hace unos años, con motivo de la primera visita de Martínez a La Rosaleda después de varias décadas, se juntaron en el césped de Martiricos varios veteranos. Allí estaban el citado Martínez, Robles, Chuzo, Ben Barek, Benítez y él. Cuando fueron a hacerse una foto, Robles, tan bromista, le espetó: «'Chato', tú aquí no, que tú no eras de los nuestros». Se refería a que todos, menos Aragón, habían jugado de medio de cierre. «Acuérdate, 'Chato', lo que le decíamos a Pepe Arias: 'Pepe, remátalo, que ahí lo llevas malherido», añadió. Efectivamente, Aragón era otro perfil de futbolista, pero de no menos entrega que el resto pese a ser un atacante. Por eso se ganó el cariño y la admiración del malaguismo en el campo. Fuera de él deja una estela de incomparable bonhomía, un ejemplo del que todos, excompañeros, amigos o simplemente allegados, supieron (supimos) aprender.
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