Borredá intenta un remate de cabeza en un partido en casa frente al Granada. ARCHIVO SUR

Fallece Borredá, protagonista de un histórico marcaje a Di Stéfano en La Rosaleda

Indiscutible en el centro del campo durante sus seis años en el Málaga, vivió en primera persona el accidente aéreo en Tenerife en 1956

Lunes, 11 de mayo 2020, 14:41

A pocos jugadores los recuerda la afición del Málaga por un solo partido. Borredá siempre fue uno de ellos. Sólo seis meses después de recalar en La Rosaleda, aquel centrocampista valenciano llegado del Alcoyano protagonizó un extraordinario marcaje, casi impecable, a un genio llamado Di ... Stéfano. Pese a ser un futbolista de innegable regularidad -también lo demostraría luego en el Tenerife-, aquella actuación marcó para siempre a uno de los futbolistas más entrañables y queridos por sus compañeros. Camino de los 89 años (los habría cumplido el último día de julio), el inolvidable Gonzalo Borredá ha fallecido hoy en Málaga, su tierra de adopción.

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«Todo el mundo me recuerda aquel partido», me confesó Borredá en una comida de veteranos en 1988. Él no le daba excesiva importancia a aquel marcaje a Di Stéfano que resultó clave para que el Málaga se impusiera por 3-1 al Real Madrid en una tarde inolvidable. La 'saeta rubia' marcó un gol, pero casi ni pudo moverse. Lasa y Pauet (en dos ocasiones) rubricaron el triunfo aquel 23 de enero de 1955, aunque a la postre no impidió el descenso a Segunda. No obstante, aquel férreo seguimiento al mítico futbolista (una decisión táctica de Chales) no tuvo ni de lejos la repercusión de otro, pocos meses antes, del valencianista Mangriñán a uno de los más grandes de la historia del fútbol mundial. Pero aun así quedó para siempre en el recuerdo de los malaguistas.

Sin embargo, Borredá fue mucho más en el Málaga. El club optó por su fichaje para cubrir la baja de otro de los grandes en la década de los 50, el centrocampista Loli (en aquel verano de 1954 también se dejó ir a Bazán), y acertó de pleno. Fue indiscutible casi desde el primer día. Con todos los entrenadores, en todas las situaciones y con diferentes compañeros. La pareja de medio campo siempre estaba formada por Borredá y otro futbolista. En su primer año, Solé, Romero, Mir o Monerris; en el segundo, Gutiérrez, Monerris, Carrillo e incluso Lorenzo; en el tercero, Carrillo, Monerris, Cebrián, Gutiérrez o Emery; en el cuarto, Patricio, Carrillo o Emery; en el quinto, que terminó con descenso a Tercera, se alternó con los recién llegados Ares y Ben Barek, y en el sexto y último, habitualmente con Manolo González.

Borredá, que ya había decidido quedarse para siempre en Málaga, dejó el Málaga tras el ascenso en Segunda. Pudo irse un año antes (no le faltaron ofertas), pero prefirió seguir para volver a la categoría de 'plata'. Eso sí, se marchó con la espinita clavada de no haber vivido el tan ansiado ascenso a Primera. Paradójicamente, fue a llegar al Tenerife y al primer intento lo consiguió. Como era un jugador de club con mayúsculas, profesional al máximo y paradigma de regularidad, en tierras isleñas estuvo otros cinco años. Y tuvo que ser precisamente allí, donde se dirigía el Málaga en avión cuando sufrió aquel accidente aéreo a finales de septiembre de 1956 que marcó toda una temporada y que también marcó a todos los que pasaron por tan complicado trance.

El malaguismo dice adiós a Borredá, otro gran futbolista querido por los aficionados y, sobre todo, una persona muy entrañable que dejó numerosos amigos por su simpatía, su humildad y su cercanía.

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