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Con siete empates en diez jornadas, el signo de la igualada comienza a convertirse en pesadilla para el Málaga, el último de ellos en un partido con muchas aristas, que puede ser objeto de análisis dispares, porque los locales, inferiores en el juego y en ... llegadas al área durante el choque, tuvieron en la última acción un penalti para ganar. Un exmalaguista, Aarón Escandell, frustró a Antoñito, el mismo que resolvió de la misma forma y tan tarde ante el Albacete.
Las matemáticas definen objetivamente por qué las tablas no son positivas en el formato actual. Conceden un punto frente a los tres de la victoria, un desfase que no se daba al final del siglo pasado, cuando las clasificaciones de los equipos ofrecían los puntos y también los positivos y negativos, que daban una idea muy aproximada de la marcha de un conjunto.
Ahora no hay positivos y negativos, y 42 empates en una temporada son 42 puntos, por debajo del listón de los 50 que normalmente se persiguen como objetivo para conseguir la permanencia. Bien es cierto que el Málaga lleva siete igualadas, pero también dos triunfos (2-1 al Albacete y 1-0 al Huesca), que le han dado seis puntos adicionales.
¿Será suficiente seguir empatando todo el curso de la temporada? Siendo esto algo harto improbable, de lo que no cabe duda es que tanto empate puede penalizar a un Málaga que tiene una virtud en todos los encuentros, la de que pelea hasta la última jugada y llega muy entero de fuerzas y fútbol al momento de la verdad, cuando más se definen los partidos.
Y los empates se pueden valorar también de forma positiva o negativa en función de lo sucedido en el partido. Hasta el minuto 98 el Málaga, en cierta manera, aunque llegó más vivo que su rival al tramo final, había tenido muchas menos ocasiones de peligro real que el Oviedo, que dispuso de dos oportunidades muy claras en cada tiempo: las de Dani Calvo (sacada bajo los palos por Manu Molina) y Moyano (parada con el pie de Herrero) en el primero, y las de Hassan (otro pie providencial del meta local) y Paraschiv en el segundo, el rumano mandando ligeramente cruzado un mano a mano.
Visto así, el Málaga, en el que sólo Dioni obligó a un paradón de Aarón Escandell, podía darse con un canto en los dientes, pero disponer de un penalti a favor y malograrlo en la última jugada deja ese sabor amargo definitivo sobre el séptimo empate del curso. El cuadro de La Rosaleda, que sólo conoce igualadas a domicilio (cinco de cinco) suma ya también tres de ellos a cero.
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