No creo que los números tengan influencia en el curso de los acontecimientos. Pero tuvo que ser el 13 el que marcaba la jornada del calendario en Segunda División. Simple casualidad. No, mejor dicho, que el Sporting empatara en la última manita de segundos fue ... una causalidad. El principio y origen del gol del empate hay que achacarlo a los jugadores que el domingo vestían de luto. Ni mala suerte ni leches. Ni el catón del fútbol recoge una situación similar.
Las últimas derrotas del Málaga no me produjeron tanto mal humor como este empate. La primera y razón fundamental, porque el equipo seguía liderando la clasificación. En esta ocasión arrancó en El Molinón en la cuarta posición. Y en la misma continúa después de sumar un solo punto. Faltan 29 jornadas para el final y sigo pensando que coronará la temporada con el ascenso. ¿Por qué sigo tan convencido? Para muestra, un botón. En Gijón, con todas las bajas que quieran, el Málaga cuajó una buena actuación. Al contrario que en otras salidas, con el empate a cero fue a por el partido. Por dos veces lo tuvo en el bolso. Eso sí, el final motivó el enfado como si se hubiera perdido por goleada.
Sin VAR, el asistente acertó en el 0-1, y sin VAR el penalti que sufrió el Málaga no se hubiera validado
Dejando a un lado esa jugada que cerró el encuentro, que será histórica, el equipo de Muñiz no se merecía el empate que señaló el asistente de Sagués Oscoz (apellidos raros que hay en Segunda, como los del árbitro Varón Aceitón). Ni tampoco sumara tres puntos. Me gustó el Málaga. Durante los 93 minutos y 50 segundos no eché de menos a los jugadores que causaron baja. Cuando el árbitro de Pamplona pitó el final, sí. Vamos con lo bueno, que también merece recordarse. No puedo olvidar, aparte del gol, una serie de jugadas de Juanpi, de auténtico lujo, como la actuación de Koné y la buena sincronización atrás. Munir apenas tuvo trabajo, pero por su velocidad varias veces se anticipó al contrario. Da seguridad. Un fichaje que celebré fue el del paisano Dani Pacheco. Van pasando las jornadas y, aparte de pinceladas, todavía no he visto al jugador que espero. Por cierto, ¿no hay otro elemento que alterne con él en los lanzamientos de saque de esquina? No está afortunado. Conclusión: El Málaga regaló el liderazgo. Sin VAR, el abanderado acertó en el primer gol. Y sin VAR, el penalti que sufrió el Málaga no se hubiera validado. Vamos a hablar un poco de este sistema. Pero el enfado final no nos lo quita nadie.
Málaga la bella, bonita, preciosa. Málaga la hospitalaria. Desde la prehistoria, con posterior acento de fenicios, cartagineses, romanos y árabes, este rincón ciudadano, de los más antiguos de Europa, ha estado abierto al visitante. Sus raíces han enredado con otras sin perder el acento original. Málaga es así. Siempre recibe bien al huésped, al visitante. Y no digo al que se queda para ver transcurrir su vida. La mujer malagueña, hermosa, de ojos bonitos y salerosa. El malagueño es buena gente. No es guay, es perita. Este exordio viene a colación porque tampoco puedo olvidar que nuestra ciudad es olvidadiza con los suyos. Los quiere, los ama, pero el cajón del olvido guarda los reconocimientos. El sábado pasado mantuve una conversación con un elemento importante del fútbol español. La presentación, inesperada. Y el tema de conversación elegido por el interlocutor que, de entrada y salida, me advirtió que el diálogo era más que privado. Por ello, sin mencionar el apellido que se repitió, digo que valoro muy mucho a un malagueño que es punto importante en el organigrama del fútbol español. El paisano y amigo, de vocación malaguista, es uno de los que han puesto en marcha el VAR en España. Hay más. En cada jornada, todas las conexiones de árbitros terminan en un local en el que está él… Consigo mismo. No decide, examina. Nuestro interlocutor ponderó otras labores del paisano. Aquí y ahora me siento feliz por él y por Málaga. Buena gente, sincero e importante. Málaga es así.
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