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El Málaga es algo más que un 'resistiré' en campo contrario. Ya no es sólo un equipo que muestra solidez, incómodo a más no poder, disciplinado al máximo, muy solvente en la contención. El Málaga comienza a ser muy vertical y a mirar la portería contraria con decisión. Y para ello cuenta con su particular 'dúo dinámico', Rahmani y Joaquín, que destrozaron al Fuenlabrada cuando y como quisieron.
Lástima que los partidos en La Rosaleda sean sin público porque históricamente el aficionado malaguista se levanta del asiento cuando los futbolistas de banda encaran y desbordan. Desde Bernardi hasta aquí han desfilado extremos que hicieron vibrar al público. Y el maldito coronavirus priva cada dos semanas de ver in situ a Rahmani irrumpir por el costado izquierdo con una convicción apabullante y, ahora también, a un futbolista de la tierra que en dos partidos ha regalado dos 'asistencias' con un desparpajo alucinante.
En el Fernando Torres Rahmani fue la perfección. Presionó, robó, encaró, tiró túneles, superó rivales uno tras otro y hasta firmó un gol de cabeza que más de un delantero centro que ha pasado por el Málaga mandó al limbo. Nunca bajó el pistón, como si el desgaste de los minutos acumulados no fuera con él. Fue tan espectacular su exhibición que los rivales ni pudieron tirarlo. Siempre llegaban tarde.
En el otro costado Joaquín demostró que un extremo también puede conocer el juego. Porque no sólo desbordó con esa verticalidad innata que lo hizo brillar desde pequeño. Descargó el juego cuando se requería, se movió por dentro o por fuera cuando la situación así lo exigía. Las dos claras ocasiones de la primera parte lo corroboran. El toque al hueco a Rahmani al filo del minuto 10, con decisión y de primeras, lo hizo en una posición centrada; el centro del 0-1, como un extremo letal. Tan pronto como recibió su compañero la pelota hizo ese gesto con la mano de 'pónmela aquí', pero después interpretó la jugada a la perfección. El lateral Moi le dejó espacio para centrar con la derecha, pero supo que si el golpeo se producía con la izquierda era 'medio gol'. Y ni se lo pensó.
El Málaga ya tiene su 'dúo dinámico', aunque tal vez sea injusto centrarse en los extremos en un partido de sobresaliente general, en el que los dieciséis jugadores utilizados por Pellicer cumplieron su papel en una puesta en escena impecable.
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