El Málaga vuelve a ser el Málaga. Como en Palma de Mallorca, cuando afloraban las dudas, el equipo de Muñiz recuperó virtudes y sensaciones tras el batacazo ante el Reus. Sólido atrás y sacrificado al máximo, rompió la dinámica tras dos partidos muy ... flojos después de conceder pocas ocasiones (en las que Munir estuvo soberbio) y marcar primero a balón parado y después por convicción en el tramo final. Faltó de nuevo juego, pero sobró mentalidad ante un Zaragoza que comenzaba a sacar la cabeza. Ycon esa actitud en esta categoría se ganan muchos encuentros.
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Tras la humillante derrota ante el Reus parecía obligado refrescar el equipo (dentro de las posibilidades existentes porque Ontiveros y Koné siguen lesionados) y Muñiz lo hizo. Pero el entrenador midió también otro factor: el peso del Zaragoza en el centro del campo. Con la llegada de Víctor Fernández al banquillo de La Romareda se fortaleció esa zona con un tercer hombre y probablemente por ello el asturiano decidió variar el sistema. En cierto modo, la batalla en la medular también se había perdido frente a un conjunto desahuciado seis días antes. Obviamente fue más notoria esa novedad (un trío de medios centro) que el relevo en los extremos con la entrada de Hugo y Renato por Juanpi y Dani Pacheco, porque estos desentonaron bastante en casa. Aunque no cabe duda de que la presencia de Lacen y, sobre todo, Keidi sí avalaban la teoría de la revolución en el once malaguista. De este modo, otro de los damnificados fue Harper, también desaparecido en el último compromiso.
Se intuía un partido de poder a poder, de mucha exigencia física, sobre todo para el Málaga debido a la tendencia de su rival a tener la pelota (como siempre le ha gustado a Víctor Fernández). No obstante, el equipo zaragocista depende en exceso de Pombo, que esta vez estuvo más liberado y no arrancando desde la banda derecha. El cambio de sistema en los locales se reflejó en un disparo al minuto y medio del bullicioso medio punta que pilló descolocado al bloque malaguista.
En actitud no fue el equipo de Muñiz el mismo que en Oviedo. Bajo el paraguas del 4-1-4-1 mantuvo una presión eficaz, más ordenada que adelantada, y además trató de buscar más al rival pese a contar con un solo punta (Blanco). Atrás el Málaga concedió poco en la primera parte: sólo un descuido en la salida de la pelota le dio a Pombo una posibilidad magnífica desde la frontal, pero disparó a los guantes de Muñiz. De mitad de campo hacia arriba la labor intimidatoria de Keidi y N'Diaye, con gran despliegue físico y no tanta lucidez con la pelota, provocó fallos del rival en el arranque de las jugadas. En uno de ellos una cesión atrás de Lasure supuso un regalo para Blanco, que después de esquivar a Cristian Álvarez perdió toda opción al rebotarle el balón en la izquierda.
El Zaragoza sólo creaba peligro con la derecha, con el lateral Benito (al que Renato no tapó como debiera). Paradójicamente, el portugués se desquitó con creces al botar desde la banda una falta lateral provocada por Ricca que el uruguayo culminó en el segundo palo. Gran parte del mérito correspondió a N'Diaye, que con su movimiento arrastró a dos contrarios y dejó completamente solos al autor del gol y a Hugo. A renglón seguido Marc Gual se benefició de un inoportuno resbalón de Cifu, pero remató cruzado. El orden del Málaga frenó en seco a un adversario con pocos recursos ofensivos, aunque a cambio abundaron los errores en el pase cuando se recuperaba la pelota.
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La segunda parte fue más de lo mismo. Al Málaga apenas le duró la pelota cuando la tenía y únicamente Juanpi (que entró junto a Adrián por un agotado Hugo y por Lacen, este con una amarilla) tuvo cierto criterio para manejarla. El Zaragoza tuvo la posesión, pero demostró sus limitaciones ofensivas en las contadas ocasiones de las que dispuso. Eso sí, las dos únicas fueron demasiado claras, en sendos errores de Diego González (primero en un mal control y después al reaccionar tarde al desmarque de Marc Gual), aunque Munir también volvió a ser Munir e impidió la igualada.
Al Málaga se le veía sin resuello para llegar arriba, producto también del enorme desgaste por la continua posesión del adversario, pero en una jugada más de fe que de brillantez arrancaron Juanpi, Adrián y Keidi, que se toparon sólo con dos defensas. El empuje y también los rebotes contribuyeron a que Adrián se quedara solo y pudiera definir con comodidad. El Zaragoza, que tampoco creía mucho ante un rival amurallado y compacto, tiró la toalla definitivamente.
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El triunfo por 0-2 fue el reflejo de que el Málaga volvió a ser el Málaga, ese equipo incómodo que necesita poco para marcar y que, igual que resucita a los rivales de capa caída, ofrece su mejor versión cuando se mide a otros que van cuesta arriba, como el Mallorca, el Cádiz y esta vez el Zaragoza.
Zaragoza
Cristian Álvarez; Alberto Benito, Guitián, Álex Muñoz, Lasure; Eguaras (Zapater, min.73); Raúl Guti (Soro, min.46), Javi Ros (Aguirre, min.61), James, Pombo; y Marc Gual.
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Málaga
Munir; Cifu, Diego González, Pau Torres, Ricca; Lacen (Adrián, min.46); Hugo (Juanpi, min.46), Bare, N'Diaye, Renato Santos (Iván, min.85); y Blanco Leschuk.
goles. 0-1. min.30. Ricca; 0-2. min.82. Adrián.
árbitro. Pizarro Gómez (Comité Madrileño). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Guitián y Alberto Benito y a los visitantes Lacen, Pau Torres y Bare.
incidencias. Partido correspondiente a la jornada 21 de Liga disputado en el estadio de La Romareda ante 24.806 espectadores.
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